El anuncio protagonizado por la modelo Charlotte McKinney para la cadena de restaurantes Carl’s Jr que se emitirá durante la final de la Super Bowl del próximo domingo, ha levantado de nuevo la polémica. Y no es para menos, la joven modelo de 21 años pasea sus curvas por los pasillos de un mercado en plena calle, plagado de hombres que se quedan atónitos frente al desfile de sus caderas y cuerpo que aparentemente están al desnudo. Finalmente el espectador puede comprobar que la joven estadounidense realmente va vestida con un minúsculo bikini, y se intenta comparar la naturalidad del cuerpo de la mujer con la de los ingredientes de una hamburguesa. El aluvión de críticas sobre la posición sexista del anuncio es lógico, la tediosa recurrencia a la cosificación de una mujer para compararla con una hamburguesa.

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Todavía no se ha emitido ningún anuncio no humorístico en el que sea un hombre el encargado de pasear su cuerpo desnudo y oculto tras alimentos para terminar comiéndose una hamburguesa. Entonces, ¿por qué sí la mujer? ¿Qué ocurriría si las mujeres dijeran basta ya a esta temática recurrente en los anuncios de Carl’s Jr y a tantos otros? ¿Por qué no se niegan a que trafiquen con sus cuerpos desnudos, a que se conviertan en un objeto de deseo sin cabeza?

Se ofrece una información engañosa, porque por muchos ingredientes naturales que contenga la hamburguesa es bien sabido que las modelos no acostumbran a consumir comida rápida, y el cuerpo de McKinney no es el resultado de alimentarse a base de comida chatarra. Ella devora su hamburguesa y todos los hombres la devoran a ella con la mirada.

Continuamente se la compara con Kate Upton, modelo que también protagonizó uno de los anuncios de la cadena Carl’s Jr y con unos rasgos similares a los de Charlotte, que no por ello la convierten en la sustituta, porque de nuevo la situación requiere recalcar que las mujeres no son objetos sustituibles. En esta ocasión Kate Upton no se desnudaba, pero se relaciona la excitación femenina con comerse un sándwich de Carl’s Jr en un cine al aire libre.

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Mientras la modelo se desprende de partes de su vestimenta un chico que se encuentra en el coche de al lado junto a su novia, es incapaz de apartar la mirada de Kate, sin duda es una modelo espectacular, pero de nuevo lo mismo, ella es el sándwich del chico, un objeto, una cosa. Y eso por no hablar del anuncio que protagonizó la actriz Fernanda Romero, que fue tan sumamente vergonzoso que incluso tuvo que ser censurado por la organización de la Super Bowl, y promocionaba el ‘Big sausage breakfast’, fácil de imaginar viniendo de Carl’s Jr por dónde van los tiros. Todo el machismo explícito que presentan los anuncios de la cadena para más inri se enuncian bajo el eslogan ‘Eat like you mean it’, que quiere decir, ‘Come como lo que signifique para ti’.

Carl’s Jr no es una cadena de restaurantes exclusiva para hombres, ¿por qué entonces se tienen que vender sus productos cosificando a la mujer?, ¿está ella acaso en el menú? Si la filosofía de un restaurante es prostituir la imagen de la mujer para llamar la atención del sector masculino sobre sus productos, quizás consumirlos debería suponer una reflexión moral previa. Pero si esto no sucede, seguiremos siendo consumidores de la mejor receta de la cadena; una combinación retorcida de cinismo y machismo unidos en una misma campaña publicitaria que emplea la normalización del machismo como arma para captar clientes.

Denigrar a la mujer es la herramienta por excelencia de la publicidad Carl´s Jr, todos los clientes de sus restaurantes la están financiando, y la emisión durante la Super Bowl de dicha publicidad ayudará a que las cifras del restaurante se disparen y se embolse el mismo peso en dólares que en machismo. El sexo vende, si, pero ¿a qué precio?