Desde 1990 son muchos los cambios políticos y económicos que han afectado el mundo. La disolución del bloque comunista, pasando por las crisis latinoamericanas, la burbuja tecnológica y la actual crisis. El fútbol, como deporte global y relevante, cada vez con más importancia económica, no es ajeno a la coyuntura económica. Si uno repasa los gastos en traspasos de las economías en crisis, se dará cuenta que es directamente proporcional a la magnitud de esta. Por ejemplo, si comparamos el gasto en 2012 y 2013 en fichajes de la liga española fue de 158 millones de euros para un ingreso total de 59. La época de mayor crecimiento en términos macroeconómicos de la economía española, y a nivel de velocidad de crecimiento también fue así, fue el año 2000, en que el gasto de los fichajes fue de 342 millones de euros para una pérdida de diez millones (otros países como Italia contribuían a que la brecha fuera menor).
Se comenta que por temas comerciales y de turismo, el Mundial tiene ascendencia directa en la economía del equipo anfitrión, y que por un tema de imagen y moda, el equipo ganador atrae inversiones. Sin embargo, el mercado y la coyuntura general supera el evento deportivo, que en un momento puntual sí puede traer beneficios a una región determinada. Comenzando por Italia 1990, el país transalpino tuvo un ligero crecimiento del 0,3 % del PIB, y la tasa de paro descendió un 0,5 %, aunque volvió a aumentar en 1991, así como el PIB comenzó a decrecer. Los fríos números no dicen nada pero al acercarnos a la circunstancia económica de la época, nos encontramos con que el norte de Italia, básicamente las ciudades de Milan, Génova y Turin se encuentran en un periodo de esplendor (reflejado en sus equipos de fútbol también, es la época del gran Milan y la Sampdoria triunfante de Vialli) mientras el sur se ve atascado en problemas, y el Nápoles, recién campeón de liga, comienza su declive. El mercado negro y la economía sumergida es el gran pero a la economía italiana.
Alemania ganó ese torneo, pero la situación económica era muy diferente a la actual. Durante la reunificación alemana, el proceso fue costoso. El país perdió potencial al tener que hacerse cargo con la deuda de la Alemania Democrática. El Producto Interior Bruto caerá hasta el 0,8 % en 1991. Hasta 1994 no se alcanzará un crecimiento claro.
Estados Unidos: el monstruo impasible
El Mundial de Estados Unidos no trajo cambios significativos. El segundo periodo del año la economía creció un 5,6 %, pero es el año en que la Reserva Federal cambia la política a una más contractiva y el bono americano se sitúa en un histórico 7,75 %. Dará buenos resultados hasta la burbuja tecnológica del 2000. En Estados Unidos lo que provoca movimiento de dinero a niveles estratosféricos son los Juegos Olímpicos (a nivel de derechos televisivos y viajes sobre todo), así que el peso del Mundial fue muy liviano. Brasil, el campeón, está inmerso en una difícil era, la crisis latinoamericana de mediados de los 90. Las cíclicas crisis de deudas que habían afectado a inicios de los 80 al continente regresan. México y Argentina se ven con problemas. Brasil está en una espiral vertiginosa de inflación, justo en julio de 1994 se llega a un escalofriante 900 % de inflación, cifra récord, que coincide con el campeonato mundial.
1998: época feliz en Francia
Finales de los 90 fue una buena época para el continente europeo y Estados Unidos. Justo antes de la explosión de la burbuja tecnológica de los 2000, es una época estable, de crecimiento tanto de salarios como de la economía. Francia llega a subir un 1 % su Producto Interior Bruto en la segunda mitad de 1998. Es una época de pleno equilibrio en las políticas y el crecimiento va a buena velocidad.
La motocicleta inestable, el avión y Lula
Corea del Sur y Japón comparten un Mundial en 2002 que gana Brasil. Japón está en un momento irregular de crecimiento económico. Una fuerte crisis inmobiliaria a finales de los 90 lleva a una crisis de la que hoy en día todavía hay secuelas. Es una época de altos y bajos, si bien el trimestre del Mundial Japón crece un 1 % en su PIB, el paro se mantiene estable y la deflación (la bajada descontrolada de los precios) se estabiliza. Para Corea del Sur 2002 marca una desaceleración en el crecimiento que apenas durará tres trimestres. El avión coreano frena para ver como Hiddink y los suyos llegan a las semifinales del Mundial, pero volverá a retomar el vuelo a partir de 2004. La inflación se mantiene estable, si bien es de los pocos casos en que el mes del Mundial se produce una bajada de precios (del 3 % al 2,2 %).
Brasil recupera cierto crecimiento con Lula. Durante 2002 y 2003 la economía brasileña crecerá, y los salarios llegarán a un máximo a finales de 2002, aunque en 2003 se derrumbarán de nuevo. La inflación se mantendrá relativamente estable durante 2002 (alrededor del 7,5 %, nada comparado con el 900 % de julio de 1994) pero en 2003 volverá a dispararse.
Oteando la crisis
Alemania vive su mejor momento en 2006. Atrás queda la unificación, la crisis de los 2000 y es plena época de boom inmobiliario, el monstruo germánico se pone en marcha y en su Mundial comienza a mostrar el potencial que dominará económicamente Europa los próximos años, con la habitual mezcla de innovación y austeridad germánicas. El trimestre del Mundial Alemania seguirá creciendo, hasta frenarse en 2007 por el primer conato de la crisis actual cuando explota el escándalo de las hipotecas basura en Estados Unidos. La inflación es estable. Italia crece sosteniblemente, sin sobresaltos, y ve como su equipo es campeón del mundo. Aunque los mejores años para los transalpinos ya han pasado (1999-2001).
2010: de emergencia y emergencia
La palabra que marca el Mundial del 2010 es emergencia. En ambos sentidos. La anfitriona, Sudáfrica, ha superado los problemas políticos y a pesar de las desigualdades y los altos índices de corrupción, entra en un periodo de crecimiento que durará hasta finales de 2011. El problema del país africano es la desigualdad social. El crecimiento de los números indica un país fuerte, emergente, sin embargo la brecha entre ricos y pobres es cada vez más acentuada. La tasa de paro aumenta hasta el 25,4 %, cifra muy parecida a la del campeón. Y es que España, la campeona, también tiene emergencias económicas, aunque en el otro sentido. Desde 2008 se arrastra una crisis económica catapultada por la burbuja inmobiliaria (aunque el fondo estará en el modelo de crecimiento, la caída del sistema financiero y la estructura económica), que hará que el crecimiento sea nulo en 2010, y a partir de 2011 se produzca la bajada. Como en Sudáfrica, la tasa de paro es alarmante. Si Corea y Japón eran países prácticamente en pleno empleo, España y Sudáfrica son los países anfitrión y campeón con más tasa de paro acumulada. España está entonces por debajo del 20 % de paro, pero lo que vendrá los siguientes años será demoledor y un drama.
La final de las contradicciones
El partido entre Alemania y Argentina será el duelo de dos países con políticas muy distintas, así como su cultura económica y estructura. Los problemas de la deuda argentina, que le han llevado a conflictos como el pleito con un fondo de inversión de Estados Unidos en las últimas fechas, contrasta con el control del gasto alemán. Argentina, a punto de la recesión, va en caída libre económica desde principios de 2013 desde el punto de vista de los números, la tasa de paro volvió a superar el 7 %, mientras la subida de la inflación se sitúa en el 10,9 %, mucho más alta que el crecimiento de los salarios.
Alemania por su parte vuelve a crecer tras un 2012 y 2013 complicados, arrastrados por la fuerte dependencia de las exportaciones a un sur de Europa en crisis. La tasa de paro se mantiene estable en el 5,1 % mientras los precios aumentan alrededor del 1%, mientras los salarios se mantienen prácticamente igual.
El impacto económico del Mundial para un país anfitrión se ve reflejado en los precios. La idea general es que los precios suben durante el evento, pero tanto en Francia 1998 como en Corea y Japón los precios bajaron. Japón, inmerso en deflación, no pudo corregir la tendencia a pesar del Mundial. Incluso en Sudáfrica, un país que estaba con una inflación creciente, ésta se frenó durante el campeonato. Pero es la coyuntura económica y la estructura la que determina a medio y largo plazo la estabilidad económica de un país, así como el bienestar. La inflación en Brasil durante el mes de junio repuntó al 6,52 % interanual, subiendo un 14,3 % desde principios de año la tasa. Paradójicamente los alimentos bajaron a niveles de 2011, pero la industria aeronáutica con un 21 % y los hoteles con un 25 % de aumento lideraron la subida de los precios.
Las tasas de paro se mantuvieron estables durante y después del evento. En Corea del Sur bajó dos décimas la tasa durante el Mundial. Pero en general los cambios fueron mínimos, a pesar de ser en verano y del incremento de demanda de hoteles y restauración. Es decir, la incidencia de un Mundial en los países, al menos en datos macroeconómicos, es mínima, en lo que respecta a inflación y tasa de paro. Es la estructura y el modelo de crecimiento el que marca la tendencia.
¿Y la imagen del ganador?
Se puede mirar también desde el punto de vista del campeón. ¿Mejoró sus perspectivas de financiación al quedar campeón del mundo y presuntamente aumentar su buena imagen? Para ello un indicativo puede ser el interés al bono a diez años, es decir, la confianza de los inversores en que un país pueda pagar su financiación. El bono alemán se mantuvo estable entre el 8 % y el 8.5 % entre 1990 y 1991. El bono francés se desplomó durante 1998 pero volvió a aumentar en 1999. El bono italiano bajó del 4.4 % al 4 % en los meses posteriores al Mundial de 2006, para volver a remontar a partir del otoño hasta casi alcanzar el 5 %. Mientras el bono español, tras un mes de tranquilidad, enfilaría la subida que conduciría al famoso ítem del peligro de la “prima de riesgo”, tan y tan usado durante la crisis.
El gasto público y su relación con el Mundial
El gasto público es un componente del Producto Interior Bruto. Se considera que la cantidad gastada por un gobierno entra dentro de lo que produce un país durante el año, si bien es coherente la explicación ya que el consumo privado también se cuenta. Es decir, el gasto público es consumo público. El gasto público estadounidense aumentó casi un 2 % entre 1990 y 1994, alcanzando su punto álgido durante la disputa del Mundial (si bien hay que coger un periodo más amplio de tiempo para ver este indicativo por la construcción de infraestructuras y estadios). Como se ha indicado anteriormente, a partir de 1995 Estados Unidos aplicó una política restrictiva de limitación de gasto (la compra de bonos por parte de la Reserva Federal por ejemplo) que duró hasta la burbuja tecnológica del 2000, cuando Alan Greenspan volvió a aplicar políticas expansivas (de compra de deuda pública).
El gasto público japonés aumentó un 15 % entre 1998 y 2002. Inmerso en una crisis inmobiliaria y en pleno rescate de su sistema financiero, en profunda deflación, el gobierno tuvo que aumentar el gasto. Nuevamente se alcanzó un tope durante el mes del Mundial, para descender un poco los siguientes dos trimestres, pero el gasto público japonés (el más alto del mundo) volvió a aumentar los años posteriores. En Corea del Sur también aumentó casi un 15 % el gasto, si bien el momento tope se produjo después del Mundial, en otoño de 2002. La tendencia sería a la alza hasta 2006. El gasto público alemán creció un 2 % de cara al Mundial de 2006. A pesar de seguir aumentando, el crecimiento fue menor a los otros países mencionados. Sudáfrica fue el país que más aumentó su gasto, en parte por su condición de país emergente. Hasta un 22,5 % entre 2006 y 2010. Se repitió la tendencia curiosa y común con el resto. El trimestre del Mundial marca un tope en el gasto público, para bajar los dos siguientes y volver a aumentar a partir del año siguiente.
Todavía lejos de la influencia de los Juegos Olímpicos, no está claro el impacto en la economía del Mundial a nivel macro (mantienen las tendencias que se marcan cuando no se disputa el torneo). A nivel micro, salarios y beneficios de los pequeños negocios crecen, como indica que durante el Mundial es de las pocas épocas en que salarios e inflación están relativamente equilibrados.