Hoy debería ser uno de los peores días en los diecisiete años de la vida de Hadley Sullivan: ha perdido su vuelo y ahora está atrapada en el aeropuerto JFK de Nueva York. Llega tarde a la segunda boda de su padre, que se celebrara en Londres, con una mujer a la que Hadley ni siquiera conoce y que pronto se convertirá en su madrastra. Pero entonces conoce al chico perfecto en la atestada sala de espera del aeropuerto. Su nombre es Oliver, es británico y su asiento es el 18C. El de Hadley, el 18A.

Los caprichos del destino y las casualidades de la vida son el motor de esta conmovedora novela sobre lazos familiares, segundas oportunidades y primeros amores.

Desarrollada a lo largo de 24 horas, la historia de Hadley y Oliver nos convence de que el amor verdadero puede aparecer en nuestras vidas cuando menos lo esperamos. 

Este es uno de esos libros que se lee en un rato pequeño. Con apenas 270 páginas y una letra bastante grande, nos vemos envueltos en 24 horas de la vida de Hadley. Ella tiene que irse a Londres y pierde su avión, pero en el aeropuerto, mientras espera, conoce a Oliver, un chico que lleva su mismo rumbo. 

La probabilidad estadística del amor a primera vista parece que quiere enseñarnos la curiosidad de las casualidades. Que siempre nos traen algo inesperado a nuestra vida y que pensamos que es cosa del azar.

Al ser un libro muy corto, no conocemos demasiado en profundidad a los personajes, solo lo suficiente para estar con ellos durante 24 horas y seguirles el paso. Hadley tiene muchas dudas en su cabeza respecto a su familia. Sobre todo por su padre. Pero Oliver estará ahí en un largo vuelvo para ayudarle un poco a solventar su crispación. Lo realmente interesante es cuando el avión aterriza y la historia, el resto de esas 24 horas, sucede en Londres. Y es curioso, porque según como se plantea el libro parece que toda la novela va a pasar dentro de un aeropuerto o dentro del avión y no es así. Sorprende mucho la dinámica del libro y lo hace muy ameno y muy interesante. Llegan habiendo aprendido un poco del otro y sabiendo ponerse en otra situación que no sea la suya propia. 

Sí queda claro que Oliver tiene la cabeza más asentada que Hadley y nos hará pasar momentos muy buenos y muy especiales, tanto con Hadley como sin ella. 

También es importante saber que esto no es una historia de amor. Un amor no nace en 24 horas o menos, pero sí nace la chispa. Y eso es lo que la autora nos cuenta en su novela: el inicio de algo muy especial.