Si en la actualidad cuesta encontrar una mujer como voz cantante en el mundo del rock, en los años noventa no era distinto. Junto a Joan Jett o Kathleen Hanna, Mia Zapata era, quizá, una de las voces femeninas más peculiares de la década. En julio del 93 aparecía asesinada, tal y como criticaba en las letras que ella misma había compuesto años atrás.
Allá por el 86, Matt, Andy, Steve y Mia conformaron The Gits. Tres años después se trasladarían a Seattle, que justo en ese momento disfrutaba del fervor musical que el grupo necesitaba. Y, por supuesto, se vieron beneficiados. En el 92 publicaron Frenching el Bully, el primer álbum del grupo, reeditado en el año 2003. Mia Zapata se había convertido ya en la estrella del grupo, cuya voz destacaba por encima de todos. Se proyectaba, además, como una de las personas más reconocidas de la ruidosa escena de Seattle.
Sin embargo, aunque el grunge influenciaría a la banda, sería el punk el estilo que más los definiera. Y lo cierto es que también lo haría con Mia. Una joven que se atrevía a subir a un escenario, como pocas lo habían hecho hasta entonces, con una voz rota capaz de desmontar a cualquiera que se atreviera a escucharla. Un look descuidado y una actitud, en definitiva, rompedora. Una chica increíble, que desde su mundo luchaba por el rol femenino, en el rock y en la calle.
Y en la calle la mataron. Violada y asesinada. Era la noche del 7 de julio de 1993, en Capitol Hill. Casi diez años después, Jesús Mezquía respondía como culpable.
Mia Zapata supone un icono dentro del punk y del grunge como compositoria, cantante y, ante todo, mujer. Veinte años de un final paradójico y un legado de admiración.
Por su parte, no han sido pocos los recuerdos hacia ella. El proyecto Home Alive contra la violencia, la colaboración de los grandes en discos homenaje (Pearl Jam, Nirvana, Foo Fighters o Joan Jett) o el disco que 7 Year Bitch dedicó, un año después de su muerte, a la joven (¡Viva Zapata!), que como todos los grandes, se nos fue con 27 años.