Y no solo cristiano, sino más bien católico, pues Tolkien era un sufriente católico en una tierra de anglicanos y otros protestantes que daban preferencia en ayudas y otro tipo de dispensas a aquellos que profesaban la religión oficial frente a otras creencias y, en especial, el catolicismo.
La madre de John Ronald Reuel Tolkien se convirtió al catolicismo e hizo lo mismo con sus hijos. La mujer murió joven debido a las complicaciones de una diabetes y en parte a que la situación económica de la familia no era buena debido a la retirada de ciertas ayudas económicas suscitada por la conversión al catolicismo. Esta situación marcará profundamente las ideas y la vida de este autor que consideró siempre a su madre como una verdadera mártir de la fe cristiana que podría haber vivido mejor de no haber tenido tan férreas convicciones religiosas.
“Dios creador, castigo y recompensa”
Éste es un detalle que se ve con mucha claridad reflejado en los argumentos de sus obras, en personajes que renuncian u ocultan sus creencias solo para ahorrarse problemas o conseguir más poder -Boromir viéndose tentado por el poder del anillo o Saruman aliándose con Sauron, que obviamente representaría al mismísimo diablo-, o en personajes que, por el contrario sacan fuerzas de esas convicciones para salir adelante ante la peor de las situaciones -Frodo Bolson es el ejemplo más claro de sacrificio al servicio del bien-. El Señor de los Anillos es sin duda toda una alegoría sobre las consecuencias que conlleva dejarse tentar por el mal solo para tener una vida más fácil mientras nos muestra como aquel que se sacrifica obtiene al final del camino la recompensa merecida. El Silmarilion es una biblia, un testamento creacionista en el cual nos habla de un Dios único (Eru Ilúvatar) y en el que Tolkien ejerce de evangelista, profundizando en todas aquellas leyendas que ya había esbozado en El Hobbit y El Señor de los Anillos.
“Saruman vs. Gandalf: reflejo de amistad y de traición”
La pertenencia de Tolkien a la sociedad literaria de Oxford de los Inklings le hizo relacionarse con otros fervientes cristianos y con otros autores a los que él mismo contagiaría su fe como el caso de C.S. Lewis, aunque nunca le perdonó que se convirtiera al anglicanismo, fe que consideraba “una patética y oscurecedora mezcolanza de tradiciones medio recordadas y creencias mutiladas”. Quizá, a pesar de ser Lewis quien realizase las tareas de corrección en El Señor de loa Anillos, fuese precisamente su amistad y el dolor que le producía lo que él consideraba una desviación del camino de la fe correcta lo que inspirase las escenas entre Saruman y Gandalf. Saruman era el maestro y Gandalf el alumno, de la misma manera que Tolkien se dejaba aconsejar por Lewis. Sin embargo, Saruman ostenta demasiado poder y se cree en posesión de un verdad dejándose tentar por el lado oscuro de Sauron y pretendiendo poder controlarlo, la igual que Lewis devaneaba constantemente con la idea de creer en Dios y no querer creer o considerar que se puede tener una fe recortada como la que Tolkien consideraba que era la fe anglicana.
¿Serían sus constantes enfrentamientos con Lewis respecto a la fe lo que inspiraría el enfrentamiento entre estos dos personajes, maestro y discípulo? No sería de extrañar, como tampoco sería de extrañar que fuera precisamente Gandalf el personaje sobre el que reflejase su propia persona –duro y osco pero justo y siempre dispuesto al sacrificio- de manera que, sin ser protagonista, jugase un papel clave en toda la saga de la Tierra Media.
De lo que no cabe duda es que el Universo de Tolkien da para muchas interpretaciones, pero todas empiezan por un viaje a una tierra llena de referencias mitológicas y bíblicas.