Hace menos de un mes, Hora Zulú puso "punto y aparte" a sus trece años de trabajo. Los granaínos necesitaban "respirar y recuperar el aliento perdido", haciéndonoslo perder a nosotros. Una respuesta que nos mata, y se convierte más bien en una lluvia de lamentaciones, que hay que aceptar y respetar, aunque con resignación.
Aún así, al no tratarse de una despedida definitiva (más bien indefinida), queda el anhelo de una reinvención no muy tardía. Aunque las despedidas, lleven la etiqueta que lleven, no suelen ser esperanzadoras.
Así que, aún con el alma y los pies doloridos, Hora Zulú nos ofrece tres citas, tres fiestas de despedida. Las dos primeras en su Granada natal, en la Sala Tren, los días 15 y 16 de noviembre. La última, en Madrid el 14 de diciembre en la Sala Penélope. Sala que ha sido recientemente modificada, para poder acoger a más gente. De hecho, las entradas ya están disponibles en https://horazulu.ticketbox.es/.
Con una carrera brillante, Hora Zulú redondea así su cifra de conciertos a 375 "y dejar la rima fácil a huevo". Además, tal y como anuncian en el comunicado, aprovecharán este tiempo para "presentar los nuevos proyectos que algunos de nosotros estamos preparando".
Desde el Me duele la boca de decirlo, su disco debut allá por 2002, hasta Siempre soñé saber sobre nadie negó nunca nada, del que hemos disfrutado este año, Hora Zulú ha destacado por un estilo propio desconocido hasta entonces. Es por ello que no solo supone la desaparición de uno de los grupos más señalados del panorama metalero español, sino la pérdida de una esencia, su esencia, irrepetible e incomparable hasta el momento.