"Si no eres lector, jamás podrás ser escritor"

Muchos lo han descubierto recientemente, pero lo cierto es que Ken Follet lleva muchos años en el candelero de las letras. Nacido y criado en Cardiff (Gales) hasta los diez años de edad, cuando se trasladó con su familia a Londres, donde más tarde también iría a la universidad, creció en el seno de una familia de férreas convicciones religiosas que le prohibían ir al cine, ver la televisión o escuchar la radio, por lo que se aficionó desde muy pequeño a la lectura. Su padre, que era inspector de Hacienda, solía contarle historias y él mismo fantaseaba con otras. La biblioteca pública fue su lugar favorito de la infancia, de ahí su insistente defensa de este tipo de difusión cultural pues como él mismo dice en su Web oficial “Yo no tenía muchos libros y siempre estaré agradecido a la biblioteca pública. Si no hubiera podido acceder a aquellos libros gratuitos, nunca me habría convertido en un lector voraz, y si no eres lector, jamás podrás ser escritor”.

Estudió Filosofía en el University College de Londres, algo que decantó claramente su posterior carrera como escritor pues según su opinión, “hay una conexión real entre la filosofía y la ficción”. Durante esta etapa también se implicó con movimientos antibélicos contra conflictos como la Guerra de Vietnam y al poco de comenzar sus estudios le ocurrió algo que no entraba en sus planes: su novia se quedó embarazada. Se casaron y tuvieron a su primer hijo sin que esto interfiriese en la continuación de su carrera educativa. Recién graduado, realizó un curso de posgrado en periodismo y se desplazó a Cardiff con su familia para comenzar a trabajar en el South Wales Echo. Tras el nacimiento de su segunda hija, la familia regresó a Londres donde empezó a trabajar como columnista del Evening News y fue entonces cuando tomó la decisión de dar el paso hacia la escritura de ficción, viendo que, como periodista de investigación, no iba nunca a llegar demasiado lejos.

Así que en 1974, Ken Follet abandonó el periodismo y pasó a trabajar para una editorial, Everest Books, con la esperanza de que las historias que escribía en sus ratos libres acabaran en la biblioteca de alguien. Está claro que no se equivocó aunque los principios no fueron buenos.

"Esta novela va a ser algo grande"

Entonces escribió “La Isla de las Tormentas”, también conocida con posterioridad como “El ojo de la aguja” por la adaptación al cine en la que él mismo colaboró. Una historia de espías que convenció al jurado del premio Edgar en 1978 y de la que su editor en America, Al Zuckerman, le dijo: “Esta novela va a ser algo grande”.

A partir de ese momento el nombre de Ken Follet iría ligado a las listas de libros más vendidos así como de las adaptaciones al cine. Sin embargo, todavía no había encontrado su espacio literario. Sus primeros cinco libros versaban sobre espionaje, pero entonces dio un salto aparentemente radical y sorprendió a todos con “Los pilares de la Tierra”, una novela de corte histórico tremendamente aclamada por crítica e historiadores. Aún así, Ken Follet no tenía claro que esa fuera a ser su temática y continuó experimentando con el suspense, llegando en ocasiones a sumarse al carro de la ciencia ficción como es el caso de “El Tercer Gemelo”, un ciber-thriller donde las intrigas gubernamentales se entremezclan con la ingeniería genética y la clonación humana.

Si embargo, y aunque él pareciese no encajar en ninguna temática concreta, estaba claro que la mayoría de sus historias tenían un par de componentes comunes: intrigas de poder y cuidados detalles del momento histórico en que se sucedían. Así que, tras varias historias entrecruzadas de espías y ciber-thrillers, y casi veinte años después, acabó por escribir la secuela de la novela que más eco internacional el había dado y a la que tituló “Un mundo sin fin”. Aquí retomaba la historia, generaciones después, de las mismas familias que protagonizaban “Los Pilares de la Tierra”. El éxito no se hizo esperar así como alentó a la reedición de la primera parte y a la adaptación a televisión de ambas obras, si bien es cierto que tanto público como crítica han coincidido en más de una ocasión en que la segunda parte es un remozo de la primera solo que en una época distinta con telón de fondo político parecido y unos personajes cliché prácticamente idénticos.

"Esta es la historia de mis abuelos y de los vuestros... De alguna forma es la historia de todos nosotros"

Actualmente podemos disfrutar de las dos primeras partes de su trilogía “The Century” donde narra acontecimientos históricos que protagonizan varias familias en los distintos continentes a lo largo del siglo XX. Como él mismo dice en la contraportada de “La Caída de los Gigantes”: “Esta es la historia de mis abuelos y de los vuestros, de nuestros padres y de nuestras propias vidas. De alguna forma es la historia de todos nosotros”. Esta frase resume con claridad lo identificado de sus orígenes humildes con los más humildes de sus historias. Donde algunos de sus protagonistas crecen, al igual que él lo hiciera, en familias de férreas convicciones religiosas y también se mueven en ambientes de protesta política y antibelicismo.

En definitiva, lo que para muchos es novela histórica, para la mayoría es la crónica de nuestra historia, lo que paradójicamente convierte a este autor en el periodista que él creyó que nunca llegaría lejos.