“Elemental, querido Watson”, forma parte, sin duda, de ese compendio popular de citas provenientes de la literatura que a todo el mundo le resulta familiar. “Ser o no ser”, “En un lugar de la Mancha”, “He navegado por océanos y bibliotecas”. Escritores, personajes de las obras o adaptaciones cinematográficas han ido legando a la historia estas frases; que Sherlock Holmes forme parte de este tesoro nos demuestra la repercusión que su figura tuvo en la sociedad. Y es que, aunque muchos no conozcan a August Dupin, parece complicado que alguien, con mayor o menor celeridad, no se detenga en el sabueso inglés al rememorar la idea del detective literario.

Holmes y Dupin

Creado en 1887, Sherlock Holmes es el protagonista de cuatro novelas – Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, El sabueso de los Barskerville y El valle del terror - y más de cincuenta relatos creado por el escritor Arthur Conan Doyle. Este detective marcó un antes y un después dentro de la literatura detectivesca, convirtiéndose en el arquetipo de detective. A pesar de que Auguste Dupin es considerado como el antecesor del personaje, lo cierto es que el propio Holmes rehuye toda comparación con el detective de Allan Poe. En Estudio en escarlata contrapone su labor a la de éste;

“-Me hace usted pensar en Edgar Allan Poe y en Dupin. Nunca me imaginé que esa clase de personajes existiese sino en las novelas.
- No me cabe duda de que usted cree hacerme una lisonja comparándome con Dupin. Pero, en mi opinión, Dupin era un hombre que valía muy poco. Aquel truco suyo de romper el curso de los pensamientos de sus amigos con una observación que venía como anillo al dedo, después de un cuarto de hora de silencio, resulta en verdad muy petulante y superficial. Sin duda que poseía un algo de genio analítico pero no era, en modo alguno, un fenómeno, según parece imaginárselo Poe.”

Y es que, aunque sí es cierto que comparten muchas semejanzas dado que Dupin marca el inicio de una generación de detectives, las diferencias son numerosas.

Características principales

Holmes es detective asesor del Londres del siglo XIX. Las obras están narradas por el Dr. Watson, médico y ex militar que acompaña a Sherlock en todas sus investigaciones. A pesar de que la trama es narrada por Watson, es el detective quien decide qué datos aportar al lector en cada momento, sin duda para mantener la intriga hasta el final. Este hecho diferencia los relatos de Conan Doyle de los de Dupin y, contraponiéndolos, hacen que los primeros resulten más entretenidos, bajo mi punto de vista, que los segundos. Así, vemos como Holmes frena a Watson en Estudio en escarlata cuando éste quiere precipitarse en la revelación de las pruebas;

“-¿Y eso de la cara rubicunda? - pregunté.
-¡Ah! Ese fue un tiro más audaz, aunque no cabe duda de que estuve en lo cierto. En el estado actual del asunto, no debe usted hacerme esa pregunta”

“[...]No voy a decirle a usted mucho más acerca de este caso, doctor. Ya sabe que el prestidigitador desmerece en cuanto explica su truco; si yo le muestro a usted una parte excesiva de mis métodos de trabajo, llegará a la conclusión de que a fin de cuentas, soy un personaje corriente”.

De este fragmento seleccionado, no sólo es de destacar ese afán por retrasar las explicaciones más ingeniosas, sino también el interés de Holmes por ser considerado como un hombre fuera de lo vulgar. La personalidad que lo caracteriza es bastante compleja. Hombre refinado, es enormemente orgulloso y petulante. Proviene de una familia ilustre de Londres, lo que explica sus gustos refinados y exquisitos. Posee un gran dominio del violín, en la misma línea en la que antes hacíamos notar el extravagante gusto de Dupin por los libros raros. Estas dotes, en ambos casos, sirven para elevarlo y distanciarlo del vulgar pueblo.


Al contrario de otros detectives que surgirán en la literatura – el nombrado Dupin, John Ashwin, Nero Wolfe, Hércules Poirot y el príncipe Zaleski de Shiel o Isidro Parodi - de gran torpeza física, Holmes es sorprendentemente fuerte para su aspecto y posee habilidades de luchador.

También a diferencia de August Dupin, Holmes no se excluye de la sociedad. Al contrario, busca el exhibicionismo y la admiración pública, y es especialmente sensible a cualquier tipo de reconocimiento hacia su labor. Frecuenta los barrios más bajos de Londres en busca de diversiones varias: prostitutas, alcohol, apuestas y luchas, pero también los más distinguidos para asistir a la ópera, conciertos de música clásica y restaurantes selectos.

En cuanto a sus conocimientos, son igual de contradictorios. Según su propio testimonio y gracias a la lista que el Dr. Watson crea en Estudio en Escarlata, sabemos que Sherlock posee un gran dominio en química, anatomía, música y lucha, pero que sin embargo desconoce totalmente la literatura, la astronomía y la filosofía, y que, sólo parcialmente y reteniendo los aspectos que de éstos puede sacar partido, conoce ciertas leyes, política, botánica, geología y literatura sensacionalista. No obstante, este compendio de datos dispares se justifican al explicar Holmes que para él “es de mayor importancia que los datos inútiles no desplacen a los útiles”.

Al igual que hemos visto en Dupin, no cree que el crimen exista como tal, sino que los criminales son meros amateur que escapan por la incompetencia de la policía y que en los casos en los que son resueltos, se debe a su sencilla resolución. Como podemos ver, el detective inglés realiza constantemente una crítica a la labor policial del mismo modo que Dupin hacía.“Los de nuestros días no son crímenes ni criminales. […] No hay un crimen que poner en claro, o, en el mejor de los casos, sólo se da algún delito chapucero, debido a móviles tan transparentes, que hasta un funcionario de Scotland Yard es capaz de descubrirlo”.

En las obras que protagoniza, a menudo los agentes de la policía nacional se ponen a sí mismo en evidencia por sus reflexiones y conclusiones absurdas. Holmes, que a diferencia de Dupin sí precisa ir a la escena del crimen y observar las pruebas que a ojos de los demás han pasado desapercibidas – pues no cree que se deba llevar a cabo ningún tipo de conjetura o hipótesis antes de tener todas presentes – trabaja conjuntamente con los hombres de Scotland Yard proporcionándoles la resolución a las investigaciones que ellos no son capaces de realizar.

No obstante de todo lo dicho anteriormente, la mayor diferencia entre August Dupin y Sherlock Holmes en su procedimiento metodológico para resolver los crímenes. Mientras que el detective francés se topa con éstos, a Holmes le llegan mediante encargo – ya sea por petición personal o de parte de la policía. El personaje de Conan Doyle, constituyendo la segunda fase en la evolución de este tipo de personaje, se sirve de la experimentación y de un método inductivo, de la práctica a la teoría. Posee un saber enciclopédico y es pura abstracción. A sus conocimientos une la abstracción que precisa tras haber reunido todas las pruebas necesarias.

Pero también es un razonamiento abductivo, como Iván Martín Cerezo muestra en La evolución del detective en el género policíaco, para la Universidad Autónoma de Madrid; “Si el método deductivo depende de nuestra confianza en la habilidad de analizar el significado de los signos con los que, o por medio de los que, pensamos, y el inductivo depende de nuestra confianza en que el curso de un tipo de experiencia no se modifique o cese, el abductivo depende de nuestra esperanza de adivinar, tarde o temprano, las condiciones bajo las cuales aparecerá un tipo determinado de fenómeno y, por lo tanto, la abducción nos permite formular una predicción general, pero sin garantía alguna de éxito en el resultado”.

En el sentido en el que invención significa descubrir algo que ya existía en algún lugar, Sherlock Holmes inventa, en tanto que mediante su capacidad de observación aventura hipótesis que sólo podrá demostrar al final de la investigación, cuando, al seguir esta misma hipótesis inventiva – que descubre hechos que a ojos de la policía habían pasado inadvertidos – consigue llegar hasta el criminal.