En diciembre de 2007 se firmó el Tratado de Lisboa, la llamada “nueva constitución europea”, que introdujo novedades y más unión entre los países. Entre las nuevas normas firmadas, el Banco Central Europeo adquirió el carácter de institución de la Unión Europea, y tomó nuevas tareas como algunas supervisiones. Entonces, con las economías europeas más fuertes que nunca, no se reparó en lo que podía pasar si algún día llegaba la crisis. Prueba de ello es el famoso artículo 123 del tratado.
El artículo 123, una de las claves del funcionamiento del BCE
Es quizás el artículo más comentado sobre la crisis. A favor y en contra. En contra y a favor. ¿Qué dice y cuáles son los posicionamientos a favor y en contra?
El artículo 123 del tratado de Lisboa dice que queda prohibido que el Banco Central Europeo y cualquier banco central conceda créditos a “instituciones, órganos u organismos de la Unión y Gobiernos centrales” y la adquisición directa de deuda por parte del Banco Central Europeo.
Éste último punto fue modificado en septiembre de 2012, permitiendo al BCE comprar deuda a corto plazo de los países que hubieran solicitado el rescate mediante la compra de bonos. El gobierno El BCE compró deuda pública a los estados con problemas alemán siempre se mostró en contra de la medida, argumentando que la política “es semejante al préstamo de dinero, puede volverse adictiva y crear peligro inflacionista”. El inyectar dinero a una economía produciría inflación, al haber más dinero disponible los precios subirían porque en teoría se puede consumir más. El gobierno alemán no quiere ningún tipo de inflación por tres motivos:
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La mala experiencia histórica de la “República de Weimar”. Al terminar la Primera Guerra Mundial, los países vencedores hicieron pagar a Alemania altas compensaciones por la guerra. Estos se vieron obligados a imprimir marcos, y los precios se dispararon, sin embargo los salarios y rentas eran los mismos lo que provocó una profunda crisis.
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Alemania es un país de ahorradores, con lo que una subida de precios significaría que parte de la renta se destinaría a cubrir esa subida y bajarían los ahorros.
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Las exportaciones alemanas serían más caras, y Alemania posee una importante cuota de exportaciones en su PIB.
Argumentos a favor y en contra del primer punto
A favor, se defiende que una inyección de dinero aumenta mucho el gasto público, llevando a una posición de déficit alta, con lo que los bancos no conceden dinero y los inversores no quieren invertir. Es posible que lleve a una situación de deuda a largo plazo de los gobiernos. La puesta en circulación de más dinero, como se ha apuntado anteriormente, conduciría a una posible sobreinflación.
En contra, un crédito aumentaría el margen de maniobra de los gobiernos, quienes podrían invertir en producción y nuevas medidas de crecimiento. También se dice que instituciones privadas se aprovechan de la situación para sacar beneficio propio, ya que los gobiernos deben pedir el dinero prestado a entidades privadas a un interés más alto y, por lo tanto, a mayor coste.
Unión bancaria: claves
La posible solución al conflicto es la llamada Unión Bancaria. A favor se sitúan los países “rescatados”, tales como España o Irlanda, además de analistas financieros partidarios de políticas expansivas (básicamente estadounidenses). En contra, Alemania, Suecia y el Reino Unido.
Las claves son las siguientes:
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Poder central absoluto del Banco Central Europeo para supervisar bancos (en contra de un centro en Alemania y otro en el Reino Unido, como era previsto inicialmente).
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Reglas únicas.
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Acordar cuándo un banco está considerado en quiebra y quién debería pagar el rescate (Alemania está en contra que esto lo pague el Banco Central o la Unión Europea).
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Fondo de garantía de depósitos comunitarios. Esto supone que, si algún banco de algún país de la Unión quebrara, un fondo de garantía cubriría los depósitos perdidos. En contra está el recelo de algunos países que no quieren pagar las deudas de otros.
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Unificación de políticas de emisión de dinero.
Alemania se niega con las condiciones actuales
El ministro de finanzas alemán Wolfgang Schaeuble ha declarado que se deberían cambiar las condiciones del Tratado de Lisboa para que se pudiera llevar a cabo la unión bancaria. Además, Alemania no quiere que todo el poder recaiga sobre el BCE, y quiere que se repartan más las tareas de supervisión.
A favor de la Unión Bancaria
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- El hecho de tener un mercado único y una entidad única proporciona una relación más directa entre el Banco Central Europeo y los gobiernos estatales.
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- Posible independencia política en los análisis y supervisiones (al menos, más que actualmente).
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- Reducir los peligros de crisis bancarias locales.
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- Primer paso hacia la Unión fiscal, el verdadero objetivo.
En contra de la Unión Bancaria
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- Dificultades técnicas para una supervisión única que debería encargarse de muchos bancos de muchos países.
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- Dificultad de análisis y acuerdo en los problemas a revisar: ¿Quiénes deben entrar en la Unión Bancaria? ¿Quién debe tener el control, una oficina centralizada o dos o tres entidades? ¿Qué instituciones bancarias entran? ¿Quién controlaría el fondo de depósitos comunitarios?
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- Transición del actual sistema al nuevo. Definición de los tiempos: ¿largo plazo o corto plazo?
Así pues, el choque de intereses, las dificultades técnicas y las decisiones políticas marcan un proyecto del que se puso la primera piedra en la reunión de Roma en junio de 2012. Tanto el Parlamento Europeo como Estados Unidos han dado máxima urgencia al proyecto. Pero, ¿cederá Alemania parte del control sobre las supervisiones bancarias? ¿Estarán dispuestos los países nórdicos a financiar el fondo unificado de depósitos? ¿Lograrán España, Italia, Francia e Irlanda el poder suficiente para imponer sus condiciones, o ganará el duelo Alemania, el Reino Unido y Suecia?
Son preguntas sin respuesta a día de hoy, en que las declaraciones de ambas partes, consejos, reuniones y cumbres no han logrado desbloquear la situación.