Cuando eres más ciudadano del mundo que incondicional de una patria te enamoras constantemente de pequeños rincones, esos que pasan efímeros para cualquiera pero que quedan guardados en mi corazón con el primer aroma que desprenden al atardecer. Tantos lugares donde soñar con el presente pero nunca se dejan conquistar, y de nuevo renacen en tu mente todas esas utópicas ideas de evasión para hallar un territorio donde la mente pueda divagar en compañía de otros seres errantes. Tantas idas y venidas que siempre acaban en despedidas, y en eso se ha basado mi carrera en el mundo del periodismo. Ese pequeño rincón, ese lugar donde mis ideas se evaden y se refugian en compañía de otros iguales, es VAVEL.
Fue hace unos siete meses cuando me crucé con VAVEL, a través de twitter, y contacté con Rocío Bonachera, gran profesional y culpable de introducir en mi genética el ya famoso y reconocido 'Gen VAVEL'. Encontró en mi a un periodista desdichado, desencantado con la profesión de mis sueños al conocer desde dentro varios medios de comunicación: falta de libertad, explotación, precariedad laboral... Había abandonado toda esperanza de avanzar profesionalmente en el campo de la comunicación y, dentro de esas idas y venidas en las que se convirtió mi vida desde que abandoné el sur para marcharme a la capital a estudiar, encontré trabajo como reponedor y cajero en un conocido supermercado, en la Región de Murcia. No es periodismo, lo sé, lo sabía cuando decidí escoger ese trabajo, pero se me respeta mucho más que en cualquier otro medio de comunicación de los que he trabajado.
Pero todo cambió al conocer VAVEL. La ilusión y la devoción con la que se trabaja en este periódico me hizo ver que aún hay esperanzas para el talento. Dentro de toda la familia vaveliana hay mucha, muchísima calidad. Leo constantemente artículos de periodismo puro, alejados del amarillismo que copa la prensa deportiva nacional y enfrascada siempre en la pelea de las élites. La vocación periodística está aquí, y aquí es donde he encontrado un refugio para ser libre, donde covergen mi amor por la escritura con mis sueños utópicos de libertad.
Dentro de toda esa familia vaveliana, pertenezco a otra más pequeña: la Redacción del Málaga Club de Fútbol. Todos los que componemos esa pequeña comunidad estamos acercando el malaguismo a todos los rincones de España y del Mundo, y eso es algo que se hace posible gracias a VAVEL. Jamás he visto tanta información del Málaga en un periódico no local. Y eso es un orgullo que me lleva a estar casi 24 horas al día pensando en ideas para la web. Sirvan estas líneas para mandar mi reconocimiento a la labor de todos los componentes de esta redacción, que intentan cada día hacer historia con el Málaga.
Desde aquí, también, agradecer a todos los componentes de VAVEL su esfuerzo diario y reconocer la calidad de tantos autores que convierten nuestro periódico en la mejor escuela para el aprendizaje del lector. Desde el creador, Javier Robles, hasta el último fichaje de esta plantilla, todos son grandes profesionales y estoy muy orgulloso de pertenecer a esta comunidad. Estoy seguro de que VAVEL pasará a la historia del mundo de la comunicación, y ojalá siga formando parte de esta historia durante muchos años.
Unos meses después de subirme al carro de esta aventura vaveliana, cuando el otoño ya cayó en el olvido y el invierno amenaza con acompañarnos más de lo que debería, sigo trabajando en el supermercado, ahora como encargado, pero mi cabeza siempre está escribiendo artículos en la mente para después plasmarlos en el ordenador al llegar a casa. El triunfo de este proyecto está cada vez más cerca. El año ya toca a su fin, y empezará 2013, el año de VAVEL. Es la hora de que el talento triunfe.
Soñando siempre en vaveliano, y para siempre.