El diario de Ana Frank, el relato de una clandestinidad
Ana Frank // Foto: annefrank.org

En su decimotercer cumpleaños, la pequeña Ana recibe un diario. En ese momento, poco se podía imaginar ella que aquel cuaderno se convertiría en su segundo refugio. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial y los alemanes conquistan Polonia, Ana tiene diez años. Vive en Fráncfort del Meno con sus padres y su hermana Margot, tres años mayor que ella. A medida que Hitler consigue más seguidores, el odio a los judíos aumenta y se hace cada vez más difícil la situación para la familia Frank, que era de ascendencia semita.

La familia decide mudarse a Ámsterdam huyendo de la persecución nazi. En varias ocasiones a lo largo del diario, Ana expresa su cariño hacia el pueblo holandés y el deseo de conseguir la nacionalidad. El padre, Otto Frank, abre un negocio dedicado al comercio de la pectina, una sustancia que se emplea en alimentación para dar consistencia a la gelatina y a la mermelada. Ana comienza a ir al colegio, hace nuevos amigos y empieza a defenderse con el idioma. Todo este proceso queda escrito en su diario.

Sin embargo, el ejército nazi toma los Países Bajos en 1940. La empresa de Otto comienza a perder grandes cantidades de dinero (los alemanes rechazaban comprar en establecimientos judíos), Ana y su hermana tienen que ir a un colegio solo para niños judíos y todo el colectivo semita sufre una serie de regulaciones y leyes nazis: los judíos no pueden ser propietarios, no pueden ir al cine o al parque (se les anula la cultura) y todos los mayores de seis años deben llevar cosida a la ropa la estrella de David de modo visible siempre que se encuentren en espacios públicos.

Ana Frank con trece años | Foto: annefrank.org
Ana Frank con trece años | Foto: annefrank.org

En 1942 cambia de rumbo la historia de Ana Frank. La familia decide refugiarse en el escondite que Otto había construido en la parte de detrás de su negocio, tras una librería falsa. Dos años fueron los que Ana, su familia y otras cuatro personas más: el dentista judío Albert Dussel y la familia van Pels (bajo el pseudónimo de van Daan en el diario). Ana Frank señala en su descripción del lugar los pocos metros cuadrados del escondite, pero también se asombra de que no faltaba nada. Aquello le daba la sensación de que la clandestinidad iba para largo. Sobrevivieron gracias a Miep Gies (quien encontró el diario), su esposo Jan Gies, Johannes Kleiman y Bep Voskuijl, amigos de la familia. El matrimonio abasteció con alimentos y todo lo que iban necesitando a los ocho encerrados.

A lo largo del diario, Ana Frank se abre y muestra todo lo que puede llegar a sentir una niña judía de catorce años que vive en la clandestinidad por miedo a las represalias de los nazis. Podemos leer su miedo a ser descubierta en las pequeñas acciones que nos narra: caminar despacio para que los vecinos no oigan un ruido sospechoso, no alzar en demasía la voz, no asomarse a la ventana o el miedo a que, en cualquier momento, la Gestapo apareciera derribando la puerta y se los llevaran a todos. Del mismo modo, sus líneas dejan ver que Ana jamás pierde la esperanza de que la guerra terminará y volverá a ver a sus amigos, sobre quienes pregunta si seguirán con vida.

Fachada del edificio Opekta, donde se encontraba el negocio de Otto y la Casa de Atrás | Foto: Wikipedia
Fachada del edificio Opekta, donde se encontraba el negocio de Otto y la Casa de Atrás | Foto: Wikipedia

Sus palabras revelan una madurez impropia de una niña de catorce años. La guerra, la persecución judía y la clandestinidad han obligado a Ana a crecer demasiado rápido. Ana llega a reflexionar sobre cuestiones políticas, filosóficas o religiosas. Su pasión por la escritura le regala una bocanada de libertad, por lo que tiene claro que de mayor le gustaría ser escritora o periodista. Revela su pasión por la historia, el cine y los libros.

Aunque en un principio Ana desea que su diario sea algo íntimo (y así lo fue y lo es) y trata de que nadie de los demás escondidos lo lean, cambia de idea cuando en el verano de 1944 escucha en la radio a Gerrit Bolkestein, político holandés en el exilio, que aseguraba que al terminar la guerra crearía un registro público con cartas y diarios que relataran la opresión sufrida por la población holandesa bajo la ocupación nazi. A partir de entonces, Ana crea pseudónimos para el dentista y la familia van Pels, corrige su escritura, elimina algunas partes y reescribe otras. Todo ello con idea de publicar el diario cuando la guerra acabase. Muchos son los expertos que admiran la brillante redacción de Ana, ordenada, clara, inteligente y divertida.

Ana Frank | Foto: annefrank.org
Ana Frank | Foto: annefrank.org

Respecto a su relación con el resto de miembros, Ana habla mucho de su madre, a quien no llega a comprender y con quien no tiene una gran relación. Se siente incomprendida por su familia y sufre de soledad. Con su hermana Margot mantiene varias discusiones porque piensa que solo actúa para quedar bien con su madre, aunque a medida que crece Ana, la relación entre ellas mejora. La situación tampoco mejora demasiado con el resto, ni con el dentista ni con el matrimonio van Daan. No obstante, Peter van Daan se convierte en su mayor apoyo durante la clandestinidad.  Ambos subían al desván y mantenían largas conversaciones en las que descubrieron su afinidad.

Este es otro de los puntos más interesantes de El diario de Ana Frank. Paralelamente al desarrollo intelectual de la niña, se aprecia el despertar de su sexualidad (incluso llega a escribir el momento de su primera menstruación). Ana comienza a sentirse atraída por Peter, tanto por su carácter noble y tranquilo como por su físico. Los padres de los muchachos sospechan de la relación y desaprueban que se queden tanto tiempo a solas en el desván. Sin embargo, al final Ana aclara sus propios sentimientos y se da cuenta que lo que realmente siente por él es solo amistad y cariño.

Peter van Daan | Foto: Wikipedia
Peter van Daan | Foto: Wikipedia

Estudios muy recientes han sacado a la luz dos páginas en las que Ana escribía y reflexionaba sobre su sexualidad. Su padre, que había sido el que había llevado sus diarios a la publicación y el encargado de honrar la memoria e imagen de Ana, retiró estas páginas que consideraba de alto contenido sexual y moralmente inadecuadas, así como otras en las que criticaba a su madre Edith Frank, es decir, su esposa. Entre esas páginas censuradas, Ana habla de las relaciones sexuales entre hombre y mujer, los anticonceptivos, la prostitución, la homosexualidad, su cuerpo y cuenta algunos chistes eróticos.

Es curioso como, en las últimas fechas escritas, Ana escribe que llevaba unos días desazonada, con la intuición de que algo horrible se acerca. Escribe su última página a su “querida Kitty” (como llamaba al diario) el 1 de agosto 1944. Estas son las últimas palabras del diario:

"Y sigo buscando la manera de llegar a ser la que tanto querría ser, lo que yo sería capaz de ser, si... no hubiera otras personas en el mundo.

Tuya, ANA."

Tres días después, la mañana del 4 de agosto de 1944, Ana y el resto de los miembros fueron arrestados por los nazis. Un mes después, el 2 de septiembre, toda la familia fue trasladada en tren de Westerbork (campo de concentración en el noreste de los Países Bajos donde los acusaron de criminales por no presentarse voluntariamente ante las autoridades) hacia el campo de concentración de Auschwitz. Es mientras tanto cuando Miep Gies y Bep Voskuijl encontraron y guardaron el Diario y otros papeles de Ana. En Auschwitz, los hombres y las mujeres fueron separados. Jamás volvieron a verse.

De los 1019 judíos recién llegados, 549 fueron seleccionados y enviados directamente a las cámaras de gas. Todos los componentes de la Casa de Atrás se libraron de aquella selección. Junto con el resto de mujeres que no habían sido elegidas para la cámara de gas, Ana fue obligada a permanecer desnuda para ser desinfectada, fue rapada y le tatuaron en el brazo un número de identificación. Durante el día, al igual que al resto de judío del campo, realizó trabajos forzados, mientras que por la noche dormía hacinada en gélidos barracones.

Ana y Margot pasaron un mes en Auschwitz y luego fueron enviadas a Bergen-Belsen. Ambas murieron de tifus en marzo de 1945. De los ocho, Otto Frank fue el único que sobrevivió al Holocausto.

Desde su captura, se creyó que la familia fue delatada por un colaborador de la Gestapo; sin embargo, investigaciones recientes afirman que el descubrimiento de la Casa de Atrás se llevó a cabo de manera casual, ya que los agentes de las SS estaban investigando delitos de empleo ilegal en el edificio.

Entrada al escondite, detrás de una estantería falsa | Foto: annefrank.org
Entrada al escondite, detrás de una estantería falsa | Foto: annefrank.org

La Casa de Atrás donde Ana Frank, su familia y el resto de miembros estuvieron escondidos se encuentra en Ámsterdam y es uno de los puntos de interés más visitados de la ciudad. Ha sido reconvertida en museo dedicado a la diarista.

Ningún acontecimiento de la historia puede llegar a entenderse completamente si no se lee una novela que narre la historia desde el punto de vista de algún personaje del momento. Es decir, que podemos conocer datos y fechas de batallas de la Segunda Guerra Mundial, pero no podremos ahondar en cómo se vivió realmente si no leemos un libro de la época. El Diario de Ana Frank nos acerca, aunque sea mínimamente, al dolor y la represión que sufrieron los judíos por parte del régimen nazi.

Estatua de Ana Frank en Ámstedam | Foto: losviajeros.com
Estatua de Ana Frank en Ámstedam | Foto: losviajeros.com
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