Crítica: El Hoyo, el éxito español de la cuarentena
Fuente: imagen del póster oficial

¿Cuál sería la respuesta de la sociedad ante un encierro involuntario y recursos escasos? Ese es el tipo de escenario que plantea Galder Gaztelu-Urrutia en su ópera prima, un tema que ya habíamos visto con anterioridad pero que nunca nos había parecido tan apremiante como ahora, en estos tiempos de cuarentena. Quizás por eso es que desde su estreno en Netflix, El Hoyo se ha convertido en la película más comentada de la cuarentena, con un éxito arrasador tanto en EEUU como en España y zonas de Latinoamérica. 

El Hoyo/ Fuente: O Barquinho Cultural
El Hoyo/ Fuente: O Barquinho Cultural

En específico, la obra nos traslada a un futuro distópico, un desmedido laberinto de pisos donde personas quedan atrapadas y luchan por su supervivencia. La clave del asunto radica en la cantidad limitada de comida que baja cada día por un ascensor, que conduce a la desmesura de los afortunados en los pisos superiores mientras el resto muere por inanición o causas peores. 

En realidad el quid de la película es la constante redención humana. Después de todo, la verdadera naturaleza de los individuos subyace en los tiempos difíciles; por regla general la presión y el miedo provoca la degeneración de los valores comunitarios y la compasión brilla por su ausencia. Sin embargo, el protagonista de la película, Goreng, se afana a la esperanza de prosperidad y de regeneración social hasta el punto de arriesgar su vida por sus ideales.

Trimagasi leyendo El Quijote/ Fuente: El Mundo
Trimagasi leyendo El Quijote/ Fuente: El Mundo

¿Pero lo llega a conseguir? ¿Es posible la conciliación en medio de la confusión y la anarquía? Pues precisamente ese es el aspecto que la película deja sin completar y que ha causado tanto revuelo en las redes sociales. Y es que la película termina con un final abierto, o al menos no tan esclarecedor como lo era en un principio, antes de que el director bilbaíno optara por un cambio de final. De hecho, es hasta gracioso ver cómo las personas que han visto la película buscan con desesperación la confirmación de un final, puesto que todo el mundo quiere saber si existiría posibilidad de avenencia si se dieran semejantes circunstancias de descontrol y desesperación. No solo como una forma de sosegar su conciencia respecto a lo comentado anteriormente de la incertidumbre sobre la moralidad de la naturaleza humana sino también como una forma de afianzamiento de los valores democráticos. Sobre todo recordando el momento de aislamiento que estamos viviendo que ha resquebrajado la seguridad que teníamos hasta ahora acerca de la estabilidad y la resistencia del sistema social.

Por todo eso considero que la película en sí misma no sobresale por su originalidad a nivel estético o fotográfico, ya que si bien es cierto que los efectos especiales a la hora de la construcción del decorado están muy bien logrados, la película en sí misma no constituye un reclamo por su referente artístico, en el sentido más superficial de la palabra. Probablemente es debido a la potencialidad de la idea inicial por lo que el director se acoge a una traducción prudente del guion, la pieza más sobresaliente de la obra.

Gorem en la plataforma / Fuente: El País
Gorem en la plataforma / Fuente: El País

Lo que es seguro es que la pieza que corona la obra es la actuación de su protagonista, el actor catalán Ivan Massagué, que desde un principio se ajusta a las pesquisas de su personaje, no solo en lo que a la interpretación y credibilidad se refiere, sino también al perfil físico propio de la ambientación de la historia, llegando el actor a perder hasta diez kilos por ajustarse a las circunstancias ficcionales. Todo es debido a que Massagué representa a un personaje escuálido y perdido, un personaje redondo, que se transforma a medida que avanza la obra. De hecho una de las cosas más interesantes de la historia es la elección del protagonista de llevarse, como único objeto, un libro a la prisión; El Quijote. Lo más seguro es que no se trate de un evento casual, especialmente si tenemos en cuenta que Goreng se autoproclama como el mesías que debe traer la reconciliación al Hoyo. Las similitudes entre el protagonista y el hidalgo errante de la novela de Miguel de Cervantes son más que obvias.

Alonso Quijano de tanto leer novelas de caballería acaba enloqueciendo nombrándose a sí mismo Don Quijote de la Mancha y entre sus objetivos está ayudar a los pobres y desfavorecidos. De la misma manera, Don Quijote nombra a Sancho Panza su escudero, y juntos viven muchas aventuras. Finalmente, tras ser vencido por el caballero de la Blanca Luna, se retira a su hogar, donde tras adquirir de nuevo la cordura, fallece. ¿No suena parecido? Tanto la pérdida de cordura, las alucinaciones… o incluso el deterioro físico que experimenta Goreng y que lo acerca al aspecto enjuto del personaje de la novela. 

De hecho, muchas personas comparan a Dulcinea, la chica prostituta que Quijote es el único que puede ver de manera pura, con la chica asiática de la película, que Gorem es el único que puede ver de manera compasiva.

Goreng hablando con Miharu / Fuente: El País
Goreng hablando con Miharu / Fuente: El País

Por si fuera poco, la muerte de Alfonso Quijano en la novela muestra que este estaba arrepentido por los errores de su pasado, sin embargo, aún así una parte de él se sentía serena, pues sus actos heroicos en delirio le hacían sentir que hizo algo bueno. 

¿Encarna Gorem el arco dramático de El Quijote? Obvio.

VAVEL Logo