La selección húngara de fútbol, conocida como los "Magiares Mágicos", tiene una rica historia que se remonta a principios del siglo XX. Fundada en 1901, la Federación Húngara de Fútbol supervisa al equipo, que jugó su primer partido internacional en 1902 contra Austria, marcando el comienzo de una de las rivalidades más antiguas del fútbol europeo.
Durante sus primeros años, Hungría luchó por establecerse en el fútbol internacional, pero poco a poco fue mejorando sus resultados. En la década de 1920, la selección nacional empezó a mostrar su potencial, participando en los Juegos Olímpicos de París en 1924. Sin embargo, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando Hungría se consolidó como una auténtica potencia futbolística.
La década de 1950 se considera la edad de oro del fútbol húngaro. Bajo el liderazgo de Gusztáv Sebes, Hungría desarrolló un estilo de juego revolucionario que algunos consideran el precursor del fútbol total. Este equipo, conocido como los "Magiares Mágicos", contaba con jugadores legendarios como Ferenc Puskás, Sándor Kocsis, József Bozsik y Nándor Hidegkuti.
El equipo de Sebes es famoso por su innovación táctica, que incluía el uso del "falso nueve", una posición magistralmente jugada por Hidegkuti. Esta táctica confundía a los defensas rivales y permitía una gran flexibilidad y fluidez de juego. El guardameta Gyula Grosics también es recordado como uno de los primeros "porteros líberos", desempeñando un papel crucial tanto en defensa como en ataque.
Entre 1950 y 1956, la selección húngara disputó 52 partidos internacionales, en los que sólo perdió una vez. Ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y logró una victoria histórica contra Inglaterra en 1953, al imponerse por 6-3 en Wembley. Este periodo culminó con su participación en la Copa del Mundo de 1954 en Suiza, donde llegaron a la final pero perdieron 3-2 ante Alemania Occidental en lo que se conoció como el "Milagro de Berna".
Hungría también ganó la Copa Internacional de Europa Central en 1953. Durante estos años, el equipo mantuvo una racha invicta de 31 partidos consecutivos, jugando un estilo de fútbol adelantado a su tiempo, con una velocidad y precisión de pases que sentó las bases del fútbol moderno.
Ferenc Puskás: Conocido como uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, Puskás marcó 84 goles en 85 partidos con Hungría. Su habilidad con el balón y su capacidad para marcar goles fueron claves para el éxito del equipo.
Sándor Kocsis: Máximo goleador del Mundial de 1954 con 11 goles, Kocsis marcó 75 goles en 68 partidos con Hungría, lo que le convierte en uno de los mejores delanteros de su época.
József Bozsik: Centrocampista de gran visión de juego, Bozsik era esencial en el esquema táctico del equipo. Su habilidad técnica y su capacidad para controlar el ritmo del juego le convirtieron en uno de los mejores en su posición.
Gyula Grosics: Considerado uno de los mejores porteros de su generación, Grosics fue una pieza clave del éxito de Hungría, conocido por su agilidad y su capacidad para jugar como líbero.
Nándor Hidegkuti: Jugando como falso nueve, Hidegkuti revolucionó la posición con sus movimientos y creatividad sobre el terreno de juego, confundiendo constantemente a las defensas rivales y creando oportunidades para sus compañeros.
El ascenso del fútbol húngaro se vio bruscamente interrumpido por la Revolución Húngara de 1956. Muchos de los jugadores del equipo huyeron del país y la invasión soviética que siguió desmanteló la estructura del fútbol húngaro. Esto marcó el comienzo del declive de la selección nacional, aunque algunos jugadores, como Puskás, continuaron sus carreras en clubes europeos, destacando en clubes como el Real Madrid.
Tras los años dorados, Hungría nunca recuperó del todo su antigua gloria, pero tuvo algunos momentos notables. En la Eurocopa de 1964, Hungría quedó tercera y, en la Copa Mundial de 1966, alcanzó los cuartos de final. Flórián Albert, Balón de Oro en 1967, fue una de las estrellas más importantes de este periodo.
En las últimas décadas, a Hungría le ha costado clasificarse para los grandes torneos. Sin embargo, su participación en la Eurocopa 2016, donde alcanzó los octavos de final, y en la Eurocopa 2020, muestran signos de resurgimiento. Jugadores como Ádám Szalai y Dominik Szoboszlai han surgido como nuevas esperanzas para el futuro del fútbol húngaro.