El efímero arte que se consume...
Los rótulos se traducen como una manifestación de publicidad en forma de arte callejero que ayuda a los pequeños negocios a expresar un mensaje y visibilizar lo que ofrecen, conectando con sus consumidores a través del humor y la alegría.
Hay ciudades en el mundo cuya esencia está escrita por características diferentes. Pero en el caso de México, aún no hemos aprendido a reconocer el pensamiento y las técnicas que van detrás de la elaboración de un rótulo. Hemos llegado a querer prohibirlas, yendo en contra de una identidad pocas veces percibida.
Los colores utilizados son esencialmente primarios, brillantes, llamativos. La tipografía, grande, alegre, abarca una gran parte de las superficies, puede tener profundidad y movimiento. Refleja la esencia del negocio, resalta los atributos del producto. Hace que cada lugar sea diferente.
Ahora hablemos de los adjetivos que acompañan a los productos. Si se venden cocos, no sólo son “cocos” son “cocos fríos”, los helados no son sólo “helados” son “helados regios”, las tortas no son tortas, son “ricas tortas”.
Identidad, publicidad, cultura, tradición, humor y herencia se mezclan dentro de un diseño hecho a mano que se borrará a los dos o tres años por el paso natural del tiempo en que la pintura pierda su intensidad. Se vuelve un elemento efímero, perecedero. Como la cultura que representa, si no se hacen esfuerzos por su preservación y visualización.
Es importante reconocer la delgada línea entre contaminación visual y la estrategia de estos pequeños negocios para promocionar los productos que de otra forma no serían visibles.
En México estos negocios han sido condenados precisamente porque autoridades gubernamentales consideran que contaminan visualmente el paisaje urbano. En ciertas zonas del país han sido prohibidos y obligados a ser discretos. Esto pone de manifiesto que los gobernantes a veces no captan la identidad de sus gobernados y ponen en peligro la subsistencia de esta forma de arte.
Por otro lado, la publicidad digital llegó a desplazar el rotulismo. La facilidad de hacer un anuncio por medio de la tecnología, la rapidez y el bajo costo ha hecho que los rotulistas pierdan oportunidades que antes tenían. Aunque no todo está perdido, hay pequeños locales que siguen abrazando la tradición y adaptando las nuevas herramientas del mundo moderno.
La imagen de los locales se crea “artesanalmente” por artistas locales, creativos que captan a los clientes. Debemos apreciar la riqueza de estas pequeñas manifestaciones culturales que muchas veces pasan desapercibidas.