La famosa serie adolescente de Antena 3, emitida por última vez ya hace 10 años, ha sido y es una de las mejores series españolas del S.XXI. Desde la presentación de actores ya conocidos como la actriz Amparo Baró (Jacinta) o Luis Merlo (Héctor), a la primera aparición conocida de actores como Yon González (Iván), Martiño Rivas (Carlos) o Ana de Armas (Carolina).
Al ser uno de los primeros proyectos en introducir el género de misterio en la televisión española, goza de una gran producción y aspectos técnicos muy bien trabajados en la primera década de los 2000. No obstante, aún poseer un gran rigor cinematográfico en cuanto a forma y la mezcla de géneros de gran éxito, no consigue deshacerse de todos los estigmas ligados a su formato.
Con un guion escrito sobre la marcha, la popular serie mantiene un indiscutible misterio que se va deshaciendo y adhiriendo a la narrativa global con arcos argumentales muy conseguidos y otros que sobre su desarrollo se dejan abiertos y se olvidan. En particular, cabría destacar el hilo argumental hasta que se descubre que los malos son nazis. Hasta ese punto, las tramas y subtramas se entrelazaban con el misterio que se iba destapando a fuego lento, y el espectador con toda esa información era capaz de seguir el hilo sin la ayuda de un breve resumen. A posteriori, por cada temporada nueva que se sacaba la trama perdía más fuerza.
Una historia que a pesar de sus adversidades no dejó de ser buena, a veces predictiva y muchas otras sorprendente. Ya que muchos personajes que parecían buenos tenían una doble cara y esa revelación resultaba el enclave de cada temporada: Amelia, Hugo, Roque, Amaia… Y a pesar de un final demasiado feliz, tenía también su toque agrío. Un punto fuerte fue la muerte de Fermín, quién resulta ser el héroe, porqué gracias a él todos los demás están a salvo.
Y así, una serie que empezó pisando fuerte, aunque si la analizas fríamente la sobran algunos capítulos, decide finalizar con acción, emoción y cierta intriga el final de una temporada que resulta bastante floja comparándose con sus respectivas compañeras.
Por otro lado, El orfanato (2007), la opera prima del debutante J.A. Bayona apadrinado por el director mexicano Guillermo del Toro (Laberinto del fauno) y con Belén Rueda dando vida a Laura y Óscar Casas bajo la máscara de Tomás se encesta dentro del thriller de terror psicológico con unas expectativas muy altas.
Puesto que se sumerge bajo una tipología tan delicada como es el género del thriller, mezclado con el terror, su tratamiento puede ser peligroso porque generalmente es estereotipado.
Sin ser ni pretender ser un guion original, se inspira en historias y películas clásicas sobre argumentos parecidos. Un ejemplo muy mencionado es el de Los otros (2001) película dirigida y escrita por Amenábar. Sin embargo, no solo consigue transgredir, sino que consigue hacer una muy interesante exploración y profundizar, como punto inusual en el género.
Su guionista, Sergio G. Sánchez, consigue airear el género y dar un repunto algo personal, sin salir de lo convencional. Los sucesos se presentan de manera natural, sin ser demasiado rápidos o lentos. La historia resulta pulcra y bien estructurada, transformándose en toda una experiencia angustiosa e intensa que recrea a la perfección la sensación de perdida y dolor. Destacando el enorme papel de Belén Rueda, quién da vida a su papel balanceándose entre la fina línea de la locura y la cordura. Permitiendo al espectador conectar con Laura desde los primeros segundos, llegando a no saber distinguir los elementos reales de los ficcionales.
Aun así, si hay un punto que resulta debatible. Un final que esculpe una película, a mi parecer, realmente buena. Adquiere un leve tono sentimental, cuando Laura se encara con sus fantasmas del pasado, que se contrasta con la dureza mantenida a lo largo del filme.
La producción, aspectos técnicos y estéticos como la fotografía, el sonido o el montaje crean una atmósfera que ennoblece El orfanato. Ya que se debe recordar que como una opera prima de J.A. Bayona, es desarrollada con brillantez y resulta refrescante para un género muy saturado y estereotipado.
Así bien, una comparación entre El orfanato (2007) y El Internado (2007-2010), resulta ser una ardua tasca al partir de dos enclaves base muy diferentes: un formato audiovisual distinto, una película y una serie, y desarrollos que toman caminos opuestos. Aun así, con su similitud argumental y mismo año de producción, se abren dos debates muy interesantes.
En primer lugar, porqué aún ser parecidas no parten del mismo punto. La figura de Tomás resulta ser la principal en la película de Bayona, mientras que en la serie de Globomedia recibe un papel muy secundario. Y no es el papel del niño bajo la tétrica máscara quién resulta ser el enfoco central de la similitud, sino las características bajo las que se da.
Ambos comparten una localización parecida, un orfanato, en el primer caso antes abandonado y ahora comprado por una antigua residente. Y el segundo, un antiguo orfanato ahora reconvertido en un internado de élite siendo su director también un ex interno. Los dos sitios son impregnados de una actividad que va más allá de la realidad, y recrean una atmósfera de suspense y miedo que engancha al espectador al instante.
Sin embargo, el elemento que más lo distingue es la fórmula que le dan. Una narrativa muy potente en ambos casos resulta más beneficiosa para un formato que para otro. Ambos parten del misterio, y aunque El Orfanato se incline más hacia el terror, el tratamiento es el punto que marca la diferencia.
Una serie de misterio adolescente puede tener muchos prejuicios al tratarse bajo el estigma de “formato para jóvenes”. Y esta serie podría ser un gran ejemplo que acallase el prejuicio anterior, si la adecuación a la trama fuera coherente y no tan diluida. Es decir, si hubiese sido acortada en 3 temporadas sustanciales hubiera sido una fuente mucho más interesante de la historia gracias a la riqueza de detalles. Por consiguiente, podría considerarse mejor que un largometraje de apenas 2 horas que no podría contener tanta información y detalle.
En conclusión, podríamos decir que El Orfanato es la mejor versión por la simple razón de ser más coherente y inteligible para el espectador. En cierto modo, sería interesante presentar la película como una secuela de una serie con la misma temática.
¿Será el reboot del Internado más similar? ¿O será una nueva perspectiva a la historia?