La ira, la rabia y la indignación se han apoderado de los Estados Unidos en los últimos días. La muerte de otro afroamericano a manos de la policía ha desencadenado una cadena de revueltas protagonizadas por numerosos ciudadanos americanos que se consideran ‘antirracistas’. Lo que comenzó siendo una serie de manifestaciones pacíficas ha terminado dando lugar a diversos actos vandálicos y enfrentamientos con la policía que han supuesto la imposición de los estados de emergencia o el toque de queda en al menos 25 ciudades entre ellas Atlanta, Los Ángeles, Chicago, Colombus, Denver, Filadelfia, Miami, Minneapolis, Louisville y Seattle.
Aunque las protestas tuvieron su inicio en Minneapolis, el lugar del crimen, han llegado a extenderse a más de treinta ciudades de EEUU. En algunas de ellas se han tomado tintes revolucionarios, como en Minnesota, la propia cuna del conflicto, donde los manifestantes han llenado de fuego las calles e incluso incendiado la comisaría de Minneapolis, además de saqueado cientos de comercios, al igual que en Chicago. En Washington, cerca de la Casa Blanca, se han llegado a tomar y destrozar tres vehículos del Servicio Secreto y en Indianápolis tres personas han recibido disparos y una de ellas ha muerto a causa de estos comportamientos desafiantes y violentos. Todo ello se ha producido al grito de ‘’Black lives matter’’ (Las vidas de los negros importan) y ‘’No justice, No peace’’ (Sin justicia, no hay paz).
La difícil situación por la que atraviesa el país ha provocado que al menos 14 estados activen las tropas de su Guardia Nacional, entre ellos Minnesota, Colorado, Georgia, Kentucky, Ohio, Utah, Wisconsin y el distrito especial de Washington DC. Esto es algo que no ocurría desde hace más de un siglo y que deja ver la gravedad del asunto. Incluso El Pentágono ofreció a Minnesota la posibilidad de desplegar la Policía Militar para intentar controlar los diferentes actos delictivos que están llevándose a cabo en el estado, pero la oferta fue rechazada por el mismo.
La lucha prosigue y los manifestantes exigen que se haga justicia ya que lo que ha sucedido es un acto de discriminación racial realmente intolerante. Además reclaman que todos los agentes presentes durante el asesinato, un total de cuatro, sean llevados ante los tribunales, independientemente de si su participación fue directa o indirecta. Aunque a día de hoy solo Derek Chauvin - el expolicía que puso la rodilla en el cuello a Floyd durante siete minutos hasta asfixiarlo - ha sido detenido y acusado de homicidio, la investigación contra los otros tres agentes, ya despedidos, continúa.