A propósito de nada: más necesario que nunca
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Woody Allen siempre sintió cierta fascinación por los días lluviosos, así lo expresa en algunos de sus filmes como en "Día de lluvia en Nueva York" (A Rainy Day in New York, 2019) o "Midnight in Paris" (2011). El planeta entero lleva sumergido en una diabólica tormenta vírica durante meses, de esas que amedrentan al más vívido explorador o aventurero, y, quizás, fruto de esta peculiar predilección por los días, considerados por muchos, como inclementes, la autobiografía de Woody, "A propósito de nada" (A propos of nothing), llega para pasearse por cada uno de los resquicios y recovecos de nuestras vidas, tal y como lo hicieron en su día Gil y Gatsby, en París y Nueva York respectivamente.

Personalmente, tras haber visualizado la gran mayoría de la ingente filmografía de Allan Stewart Konigsberg, bajo ese nombre fue engendrado, más tarde conocido por Woody Allen, soy incapaz de declararme sino un acérrimo admirador y ferviente fanático de su obra. Considerada por muchos como repetitiva, vaga e insulsa, cada uno de sus filmes, sobre todo aquellos pertenecientes a las décadas de los 70 y 80, rezuma de una perfección técnica y un dominio magistral del lenguaje cinematográfico, que no hace de un filme, sino que este sea una auténtica obra maestra. Delicias como "Annie Hall" (1977), "Interiores" (Interiors, 1978), "Manhattan" (1979), "Zelig" (1983), "La rosa púrpura de El Cairo" (The purple rose of Cairo, 1985) o "Hannah y sus hermanas" (Hannah and her sisters, 1986) dan buena fe de ello, aunque también he de admitir que sus primeras comedias como "Bananas" (1971) o "El dormilón" (Sleeper, 1973) bien merecen un visionado. 

Por lo general, todos aquellos que se han dedicado a ningunear la obra del cineasta neoyorkino obvian, erróneamente, todos y cada uno de los aspectos que componen un filme y donde reside no solo su magia, sino también su perpetuidad y grandeza. Aspectos como la duración de los planos y su escala, los tipos de raccords empleados, los movimientos y desplazamientos actorales y puesta en escena y los movimientos de cámara, entre otros, son aquellos elementos técnicos sujetos a la narración del filme donde Woody Allen demuestra tanto su amor por el Cine como su aporte al mismo. En la breve lista previamente expuesta faltan títulos fundamentales en su obra, no obstante, todos y cada uno de ellos, hayan sido mencionados o no, bien merecen un visionado. 

Toda su filmografía, al igual que anécdotas de juventud, amores, desamores, vivencias y demás aparecen bajo una prosa hilarante, en ocasiones, pero siempre ligera y grata, en el libro recientemente publicado por Alianza Editorial. No obstante, huelga exponer la cantidad de barreras, vaciles, traiciones y achantes que el cineasta ha debido sufrir para finalmente poder publicar sus memorias, muchas de ellas propiciadas por las calumnias y falsas acusaciones por presuntos, pero jamás probados, delitos sexuales. 

Sin embargo, "A propósito de nada" (A propos of nothing, 2019), ya está en nuestras librerías y, de la misma forma que Tom Baxter escapó de la Gran Pantalla por el puro amor que sentía Cecilia por el Cine, Woody Allen, a través de la lectura de sus memorias, parece emerger de las páginas de las mismas y acompañar al lector en uno de aquellos tan harto célebres días lluviosos, al igual que fascinantes, que todo cinéfilo que se jacte de serlo pueda experimentar.

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