Una nueva estrella comenzó a brillar en el cielo de Los Ángeles al comienzo de los 70. Al Pacino había llegado, y lo había hecho con fuerza y para quedarse. En plena penumbra, como si de un cuadro de Caravaggio se tratase, un hombre de aspecto frágil e inocente se impuso como líder de la Gran Organización. Al Pacino ha cumplido 80 años, y tras la resaca de la obra maestra dirigida por Martin Scorsese, el actor estadounidense parece más en forma que nunca.
Corría el año 1972 y Hollywood, junto con el mundo, había cambiado para siempre. No obstante, la chispa de la revolución comenzó en 1967, con un Warren Beatty furioso encarnando al mejor Clyde Barrow jamás creado. Dos años más tarde, en 1969, Peter Fonda y Dennis Hopper, al control de un par de Harley-Davidsons, recorrían las entrañas del Estados Unidos más hostil e inhóspito, fumando marihuana y terminando de avivar un fuego incandescente que arrasaría con las convenciones hollywoodienses de los 60, y que se prolongaría hasta el estreno de Tiburón en 1975. La generación que cambió Hollywood había emergido de las tinieblas, y Al Pacino formaba parte de la Segundad Edad de Oro americana.
Nacido el 25 de abril de 1940 en la ciudad de Nueva York, pero el actor estadounidense no llegaría a la gran pantalla hasta los 29 años, en una obra de Fred Coe llamada Yo, Natalia (1969). Tres años más tarde, bajo el control y supervisión del grandísimo maestro Francis Ford Coppola, Al Pacino se transformó en uno de los personajes que marcarían la historia del cine para la eternidad: Michael Corleone. Tras su interpretación en El Padrino (1972), su carrera profesional como estrella de Hollywood despegó para situarse en lo más alto de los cielos con unas maravillosas vistas.
Continuó dejando huella con Serpico (1973), El Padrino II (1974) y la maravillosa Tarde de perros (1975), de Sydney Lumet. Pasarían ocho años para que Al Pacino volviese a representar a otro de los personajes más influyentes en la cultura popular: Tony Montana en El precio del poder (1983), del grandísimo y excelente Brian De Palma. Sería con el director italoamericanco con quien realizaría otro de sus mejores trabajos en Atrapado por su pasado (1993). Bajo la dirección de De Palma, encontraría la perfecta simbiosis entre interpretación y la puesta en escena completamente subyugada a la narración de las magníficas historias presentadas, desarrollando y estableciendo clásicos inmediatos que añadir a su álbum personal.
Lamentablemente, como todo gran imperio, llegó su ocaso. Pese a jamás sufrir de falta de trabajos, sus papeles pertenecían a obras menores, insípidas, completamente frívolas y bastante mediocres, todos ellos tremendamente lejanos del cine experimentado décadas atrás. No obstante, en ocasiones, la vida es algo caprichosa y se divierte dando segundas oportunidades. Parece haber sido el caso de Al Pacino que, tras más de 20 años, acaba de resurgir de las cenizas, como el ave fénix, interpretando a uno de los personajes más carismáticos y redondos dentro de una de las mejores obras que dejó el 2019: El Irlandés por Martin Scorsese.
Dicho esto, parece ser que la forma de Al Pacino se mantiene intacta pese a su avanzada edad. Solo necesita un director italoamericano que lo dirija para poder brillar y continuar siendo, ajeno al paso implacable del tiempo, la estrella que indica el norte a los viajeros de Hollywood.