Esta poderosísima máxima de Francis Bacon que preside este encabezado puede resumir perfectamente la postura que ha adoptado la oposición política de nuestro país durante esta crisis sanitaria, económica y social que está provocando la pandemia de la nueva enfermedad por coronavirus.
Durante todos estos días hemos observado un comportamiento en los partidos políticos que ha evolucionado y derivado en una completa y absoluta crispación en lugar de una gentil y necesaria ayuda, algo que se necesita en estos momentos más que nunca, y que ha provocado una falta de entendimiento y de comunicación por parte del ejecutivo con las diferentes fuerzas representadas en la Cámara Baja. El discurso se ha ido endureciendo, al igual que el tono, mucho más agresivo que en el inicio de esta crisis con el estado de alarma decretado el pasado 13 de marzo de 2020.
Es, desde entonces, cuando las comisiones de distintos ministerios y las sesiones de control al Gobierno que han tenido lugar en estas seis semanas que nos encontramos confinados en nuestros domicilios, han sido todas ellas una sarta de insultos más que una serie de propuestas políticas que faciliten el trabajo cooperativo que deben realizar nuestros políticos.
Y es que si de algo sirven nuestros representantes, a los cuales tenemos el derecho de votar siempre que hay elecciones, es para que trabajen juntos y abandonen las ideologías y los colores en crisis de grandes envergaduras como esta que nos ocupa actualmente. De no ser así, poco se puede hacer para que todas y todos contribuyan a un bienestar social de forma conjunta.
Frente a comportamientos así, solo nos queda confiar en la solidaridad del pueblo español que, con su comportamiento ejemplar, es el que realmente está haciendo todo lo posible para acabar con este virus. Abandonar esta crispación y mantenernos unidos es lo mejor que se puede hacer en momentos tan difíciles como este. Y nuestros políticos deben tomar nota sobre esto. Porque las conductas, como las enfermedades, se contagian de unos a otros.