Los pactos imposibles
Pedro Sánchez, durante la sesión de control del pasado miércoles. /EFE

Es la pretensión, el objetivo y la ruta que el Gobierno de Sánchez ha escogido para combatir a la realidad económica y social que deje la pandemia. Unir al brazo político, social y empresarial bajo el paragüas de un amplio acuerdo que concentre todas las voluntades de la población. Una acertada estrategia del ejecutivo para evitar afrontar el desastre en soledad. Con unas devastadoras previsiones del 19% de paro y una caída del 9,2%, la Moncloa busca socios para que la crisis económica no se traduzca en una política que ponga en peligro la legislatura. 

Situación que busca la oposición y que se acoge a ella como única baza para llegar a pisar la moqueta del poder. Es por ello que, como sucedió en 2010, el Partido Popular no va recoger el guante del ejecutivo. No les interesa. Quiere aislarlo, y que sean los números y la pobreza los que terminen por dar carpetazo a una coalición de Gobierno que nació para enderezar la crisis secesionista y repartir la riqueza que antes había. Ahora solo repartirán la miseria.

La situación es la idónea para una derecha española que había olvidado su utilidad, arrinconándose cada día más hacia los discursos más cavernarios. Sin rumbo fijo, y con riesgo de desintegrarse en los postulados populistas e irracionales de la ultraderecha, el PP mantenía la respiración con el único objetivo de mantener su hegemonía en la derecha. Pero la crisis sanitaria más mortal y dañina en 100 años, le ha devuelto la respiración. Huele la sangre y se frota las manos ante la incomprensible política de comunicación que está desarrollando el Gobierno de España. 

En vez de desenmascarar las verdaderas intenciones de la oposición, de forzarles a sentarse en la mesa y hablar, negociar sobre el presente y futuro de España, el PSOE ha apostado por una comisión que ya va tarde y en la que ha sido incapaz de amasar un cierto clima de confianza con las demás fuerzas del arco parlamentario para arrancar un punto común de negociación. 

No habrá pacto. Porque ni la derecha lo quiere, ni el Gobierno ha intentado labrarlo. España se encamina hacia una crisis de proporciones aún no conocidas en medio de un clima político de tensión y hastío que agita a la población, la divide, trasmitiendo justo lo contrario a lo que demanda: confianza y un plan futuro. No hay nada. Todos van por libre.

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