Si preguntas, cada uno ha vivido la mitad de este proceso de manera diferente. Cada persona, casa y situación es un mundo. Hay quienes han mantenido la calma y la cordura y han podido sobrellevar esto con buena actitud y quienes se han visto sumidos en un pozo. También están aquellos que por muy buena actitud que tuvieran, han tenido baches y momentos donde la ansiedad y la incertidumbre los han invadido.
Si dejamos de enfocarnos en lo polémico y negativo de este aislamiento, podremos descubrir que esta experiencia es muy enriquecedora. Podremos ver aquellos pequeños detalles que nos hacen felices, pero que siempre han estado a la sombra de la rutina y los aspectos superficiales de la misma.
Hemos desconectado de la rutina. ¿Cuántas veces nos quejamos de no tener tiempo de leer o hacer deporte? ¿De no encontrar el momento de terminar esa serie, o disfrutar de una peli que llevas semanas queriendo ver? Vivimos en continuas idas y venidas, corriendo a clase o al trabajo, madrugando o trasnochando para poder llegar a todo. Ahora tenemos la oportunidad de poder levantarnos con calma, disfrutar del primer café del día entre risas, leer ese libro que lleva en nuestra mesilla desde hace semanas, hacer esa receta que no nos atrevíamos antes, ver una serie o peli, jugar a juegos de mesa, y por qué no, hacer todas esas tareas de casa que siempre posponemos.
Llevado a otro punto, esta experiencia nos puede ayudar a priorizar y a relativizar. A lo largo de nuestra vida nos vemos saturados de personas y problemas, pues bien, este es el momento de pararnos a reflexionar sobre ello. Puede ser un buen punto de inflexión, para aclarar sentimientos, aunque algunos se queden en el limbo. Nos puede ayudar a priorizar qué aspectos de nuestra vida y qué personas nos importan de verdad y nos suman, y saber qué nos resta y debemos desechar. También puede ser un entrenamiento para saber relativizar, no vernos ahogados en un vaso de agua ante cualquier impedimento, y saber qué importancia le debemos dar a cada cosa. Importancia a lo importante.
Creo que así hallaremos esa estabilidad y esa calma que siempre ansiamos y nunca encontramos.
Pero sin duda, esta etapa está sacando lo mejor del ser humano. Estamos sacando nuestra mejor faceta. La más colaborativa, responsable y bondadosa.
Por último, podemos aprovechar este descanso de la vida para soñar. Soñar y hacer una lista de todo aquello que queremos hacer una vez acabe esta pesadilla. Pensar dónde vamos a ir a comer con la familia y los amigos cuando os veáis, dónde vas a viajar, a quién queréis ver primero… pensar en cómo será vuestra vida cuando salgáis afuera.
Puede que esto sea solo una oportunidad de poner nuestro contador a cero. La cuarentena nos está regalando tiempo que podemos aprovechar y aprender a aprovecharlo una vez pase todo. Nos estamos preparando para lo que nos espera luego: vivir la vida.