Finlandia reconoce, con pena y resignación, que su único gran momento en la historia eurovisiva ha sido esa gran final en Atenas, el Festival de 2006 en el que Lordi, con una propuesta sumamente alejada del europop al que se había acostumbrado el oído de los espectadores, se hicieron con el micrófono de cristal. Hard Rock Hallelujah marcó historia en la televisión de tal manera que se hicieron con la máxima puntuación registrada hasta la fecha, 292 puntos, aunque ahora lo vemos muy lejos si pensamos en los históricos 758 puntos de Salvador Sobral en 2017.
La última vez que los vimos en el espectáculo del sábado, y la vez que han hecho acopio de más interés mediático, fue con Saara Aalto y sus Monsters, que consiguieron una vigésimo quinta posición.
Y con estos ánimos, eligieron el pasado 7 de marzo a su representante, Aksel Kankaanranta, que se hizo con la victoria en el UMK 2020. Aksel creció en una familia de músicos, y a raíz de ello, comenzó a tomar clases de violín, bajo y guitarra en su adolescencia.
Saltó a la fama en 2017 al participar en la edición finesa de La Voz, en el que quedó segundo puesto. En 2018 colaboró con el rapero Pyhimys, con el que hizo el tema Jättiläinen, que alcanzó los primeros lugares de las listas de ventas finesas, y que ganó el premio Emma a canción del año.
Su primer sencillo en solitario, Looking back, se ha convertido, a partir del sábado, en el himno finés durante los próximos meses. El tema es una balada pop que narra recuerdos del pasado, de la adolescencia, y cómo han hecho mella en el intérprete. La producción llega a opacar la labor del piano que acompaña a Aksel en las estrofas, creando mucho ruido a su alrededor.
Finlandia luchará con este tema por pasar a la final, y, por qué no, a romper su mala racha de apenas tener décimos puestos en su haber. Se verá el próximo mes de mayo en Róterdam.