Eran las 21:30 y con rigurosa puntualidad el WiZink Center se sumió en la oscuridad. Al escenario salieron un grupo de hombres que, con botellas de plástico, iniciaron un espectáculo de percusión a ritmo de las canciones del grupo, mientras el público se contagiaba y comenzaba a dar palmas, emocionado.
Minutos después, volvió la oscuridad, y en las pantallas del recinto se pudo ver un vídeo introductorio, un camino por el universo, que, al acabar hizo que todo se iluminara, y que todos los presentes pudieran ver lo que estaban esperando: a Maldita Nerea.
Con un WiZink entregado desde el primer momento, Jorge Ruiz comenzó a entonar los primeros versos de Buena Energía, e ininterrumpidamente siguió cantando ¿No podíamos ser agua? y Cosas que suenan a…. Pero, de pronto, el concierto se paró durante unos segundos, oscuro, en silencio, para después resurgir con una potente iluminación roja a ritmo de Cuando todas las historias se acaban, tema en el que la banda pudo ver que el concierto estaría en todo momento en el punto más álgido de motivación, observando como toda la pista saltaba y subía los brazos hacia el cielo, emoción que se contagió hasta las gradas más alejadas de la agrupación.
Tras cantar No Pide tanto, idiota, ya un himno en toda regla de los murcianos, Jorge habló al público por primera vez en el concierto. Agradeció que sus ‘tortugas’ hicieran del nuevo trabajo que venían a la capital a presentar, Un planeta llamado nosotros, número uno en ventas en nuestro país. A su vez, les agradeció la presencia a siete miembros de la Fundación A LA PAR, y presentó el siguiente tema, Extraordinario.
Las linternas de los móviles iluminaron el pabellón cuando empezó a sonar En el mundo genial de las cosas que dices, y continuaron haciéndolo mientras se cantaba en cada rincón a pleno pulmón Perdona si te llamo amor.
Tras este momento, el vocalista volvió a coger el teléfono para hablar. Se disculpó por Ana Mena, quien debería haber cantado en el concierto, pero había caído enferma. Dijo que el siguiente tema no salía en la radio, que le apenaba a que normalmente nadie lo cantara en los conciertos, así que pidió la máxima colaboración. Y la tuvo, el Palacio de los Deportes se fundió en un solo eco cantando A quien quiera escuchar.
Tras Dos besos después y Mira dentro, llegó uno de los momentos más inolvidables de la noche. Jorge hizo un emotivo discurso, argumentando que, textualmente, ‘’la vida es fluir y no pensar’’, para comenzar a cantar, de forma sumamente íntima, Bailarina. Pero pronto se diluyó el intimismo, y todo el estadio comenzó a gritar, saltar y bailar, no dejando que se escuchara a Jorge, disfrutando del tema hasta el ultimo segundo del mismo.
Tras este momento, el recinto se volvió a sumir en la oscuridad, esta vez durante más tiempo, pero con un buen motivo, el escenario se convirtió ahora en el epicentro del intimismo en Madrid, con sólo un piano y la voz del frontman de la banda. La respuesta no es la huida y Por el miedo a equivocarnos fueron las canciones que escuchó el público de este modo. La última fue cantada, casi en su totalidad, por los propios asistentes, que, emocionados, cantaron con la voz quebrada, sintiendo cada nota del piano.
Tras La espera, La canción que no termina y Siempre estaré ahí, estos ya en el formato del resto de canciones del concierto, Jorge anunció el fin del concierto, pero antes de cantar el última tema, el himno para ellos, El secreto de las tortugas, pidió a toda la pista del WiZink que se sentara en el suelo.
Y así lo hicieron, levantándose de un salto al llegar al estribillo del tema que catapultó a Maldita Nerea a la fama, tanto nacional como internacional, y gracias al cual sus seguidores se denominan ‘tortugas’.
Pero aunque parecía el final, todos coreando a gritos pidiendo más espectáculo, y lo dieron. Con una lluvia de confeti volvieron al escenario cantando Te prometo libertad, para luego presentar, de la mano de Paco Salazar, el single que lleva por nombre el disco, Un planeta llamado nosotros.
Para poner el broche de oro final a la noche más mágica de la gira para la agrupación murciana, Jorge cantó Tu mirada me hace grande, no sin antes pedir una mejor educación para nuestros niños. Y así dejaron al público, que, en honor a la canción, salieron del recinto dando tumbos por Madrid, sin nada (malo) que decir.