El director y su poco reconocimiento
Foto: espinof.com

Siempre se ha dicho que las grandes películas vienen de las grandes historias que hay detrás, los usuarios por lo general juzgan las propuestas cinematográficas en base al argumento que las sostiene. Este patrón de conducta es algo que de alguna manera se estableció desde la comercialización del cine en la segunda mitad del siglo XX, todo ello hace parte de una actitud que sin duda engrandece al cine como contador de historias, pero que deja de lado una figura fundamental en el proceso de creación: el director.

El director desde los inicios del cine, no solo es es el propietario de la idea original, su deber trasciende mucho más allá, se trata de la mente maestra detrás de la película y ocupar ese lugar conlleva una serie de cualidades que no están al alcance de todos.

La primera cualidad de todo director es la disciplina, desde el inicio del proyecto debe dejar claro a todos los implicados que es el líder del proyecto. Sin llegar a ser un tirano, tiene que ser capaz de lograr que actores, decoradores, especialistas o preparadores de efectos, sigan sus indicaciones convencidos de que el proyecto va tener éxito.

Por otra parte, el director no solo necesita liderazgo, por extraño que resulte, al margen del control del equipo existe un rasgo que define a un buen director, y se trata de la paciencia.

El rodaje de una película se caracteriza por ser costoso, duradero y reiterativo, y para lograr el máximo rendimiento de su trabajo, el director debe estar dispuesto a repetir secuencias una y otra vez hasta lograr que su visión quede bien plasmada. Al margen deben quedar sugerencias y afirmaciones por parte de terceros, si no se encuentra totalmente seguro de las escenas grabadas, nunca se podrá afirmar que la cinta recoge la visión del director, lo cual transmite sensación de manipulación.

Sin lugar a dudas existen muchas más cualidades, sin embargo se debe tener en cuenta que los rasgos mencionados van dirigidos a todos aquellos atrevidos que quieran iniciar su camino en el mundo de la dirección. Una vez dentro de ese mundo la exigencia incrementa a nuevos niveles, pero ese será tema para una nueva ocasión.

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