Amaia y el poder del homenaje
Amaia durante la gala /  Fuente: @PremiosGoya (Twitter)

Sobre Amaia se han aprendido muchas cosas durante su estancia en el programa que le llevó a la fama, y la que más sorprendió fue que una chica de 18 años pudiera saberse todas las canciones de Marisol, nunca mejor dicho, al pie de la letra.

A lo largo de este tiempo, la cantante no ha dejado de admirar a aquella actriz que un día decidió abandonar la industria y no volver ni para recoger el premio a su carrera. 

Cuando se supo a quién iba dedicado el Goya de Honor, el primer pensamiento de la Academia fue la pamplonesa, y ella estuvo decidida a afrontar la responsabilidad. El reto de Amaia era conseguir esa dulzura tan endémica de su ser, y poder cantar sin tener más vergüenza de la que tendría en el salón de su casa.

Eran ya las doce y veinte de la noche, y se acercaba el momento. Justo después de que María Casado, presidenta de la Academia de la Televisión, presentara Dolor y Gloria, el film ganador en la gala, se erigió sobre el escenario una mujer de 21 años vestida de rojo que empezó a susurrar 'tiene los ojos azules de tanto mirar al mar'. Era el momento en el que Romero debía homenajear a Flores

En contra de lo que se pudiera esperar, no había ido a la fiesta del cine para hacer un mashup de temas de Marisol al piano, decidió salir desprotegida tras un pie de micro, al igual que los presentadores de los galardones, y cantar La canción de Marisol, tema compuesto por Augusto Algueró para la película de Luis Lucia Mingarro, Ha llegado un ángelde 1961.

Una elección muy acertada si se piensa que en aquel film Marisol interpretaba a una niña que, tras la muerte de sus padres, iba a Madrid con sus tíos, más interesados en el dinero que en ella. Un film que veía a una Pepa Flores harta de ser utilizada, quizá un reflejo de la realidad.

Con tan sólo el acompañamiento de una lejana guitarra, Amaia afinó cada nota de la melodía, mientras por encima de su rostro pasaban imágenes de la premiada, con un Martín Carpena sumido en un silencio sepulcral durante los tres minutos que la cantante liberaba su admiración a la malagueña. 

Tras bajarse del escenario, aún más emocionada de cómo se subió, abrazó a la familia Flores y desapareció del teatro, con la misma sencillez con la que se subió, dejando hasta el final de la noche con su voz diciendo 'Marisol, Marisol'.

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