¿Por qué VOX?
Santiago Abascal, líder de Vox (Sergio Perez / Reuters)

Desde el pasado domingo España se sumó a la tendencia europea a la ultraderecha, que viene sembrando precedente desde el año 2000 en Finlandia. No es casualidad que la friolera de 3.640.063 españoles haya decidido optar por VOX, que en las pasadas elecciones consiguió reunir 24 asientos en el congreso frente a los 52 de estos comicios.

Entre las razones más superficiales podemos encontrar una maravillosa estrategia propagandística centrada en el axioma de Oscar Wilde: “Hay solamente una cosa en el mundo peor a que hablen de ti, y es que no hablen de ti” y es que el partido ha logrado que hasta los medios que mostraban más reticencias a la hora de darles protagonismo se hayan visto obligados a hablar de él, desde que VOX solo era el nombre de un diccionario hasta haberse convertido en la tercera fuerza política que forma el Parlamento de nuestro país. Ha sabido nutrirse de cada decepción y descontento que sufrían los votantes de la derecha española a lo largo de los años, y así constituirse como un partido de ideas firmes y dar la impresión de ser el que se acuerda de todos aquellos votantes que alguna vez se han sentido olvidados por parte de sus partidos de “confianza”.

Las últimas ocasiones en las que ha llevado a cabo esta estrategia y que han sido claves en la consolidación de sus apoyos han sido dos. La primera, llevar ante los altos tribunales a los dirigentes catalanes implicados en él Procés por “por injuriar a España, incitar odio e instigar a las revueltas callejeras” y, en segundo lugar, la convocatoria de varias manifestaciones para reivindicar la unidad de España.

Otra de las razones podemos encontrarla en el afán patriótico que define el discurso de la formación de Santiago Abascal, rasgo que comparte con los demás partidos "ultraderechistas" europeos. Y es que se han constituido como el partido que más ferozmente defiende los símbolos que identifican a nuestro país, así como su unidad, centralización y a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, convenciendo a las clases más conservadoras. También a abogado por la regularización radical de la inmigración, aprovechando la crisis migratoria y el descontento del sector de la población más afectado por esta, y la expulsión de los inmigrantes en condiciones ilegales y legales que hayan cometido delitos.

Como no podría ser de otra manera, los medios de comunicación han sido cruciales en la difusión del mensaje de VOX y, más concretamente, el tratamiento que estos han hecho del partido y su ideología. En los medios hemos podido ver que se identificaba como un partido de ultraderecha, así como opiniones de la población que a veces los han acusado de tener tintes fascistas o franquistas. Todo ello puede haber determinado a la formación verde como la opción que “los medios no quieren que votes” y haber incentivado su voto como una opción revolucionaria o antisistema para los votantes desencantados de la derecha.

En cualquier caso, la formación ha sabido aprovechar cada oportunidad que ha tenido en cada sector de la población para hacerlo suyo y así suavizar su tendencia a la ultraderecha.

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