Después de haber asistido al pasado Festival de Cannes, La Gomera ha sido recibida con gran expectación en Nervión Plaza, sala de cine de Sevilla. Con ella hemos podido rememorar antiguas películas de cine negro, por sus particularidades reflejadas en los personajes como policías corruptos, criminales y la mujer fatal. La trama no es particularmente complicada, sin embargo la sucesión de continuos saltos en el tiempo pasado y presente durante el transcurso de los 97 minutos, lo hace más complejo e inquietante, de modo que es fácil desconcentrarse.
Respecto a la originalidad personal del director, es incuestionable el hecho de que se ha superado en todos los aspectos, desde la mágnifica selección de música -en diferentes idiomas, y destacando la ópera por encima de otros géneros musicales-, la cual aparecía solo en los momentos más oportunos para provocar la mejor reacción en el público, hasta los admirables paisajes, imágenes de la isla por la que recibe el nombre la película, y lugar que sin duda muchos desearán visitar. “Es un lugar muy especial. Para mí era fundamental que el personaje descubriese un paraíso”-. Así comentaba Porumboiu su decisión. No obstante, lo más indisputable ha sido el enorme interés que ha generado el silbo gomero, un lenguaje antiguo basado en el silbido, empleado los protagonistas para comunicarse en cualquier parte sin ser identificados, sino percibidos como simples pájaros. “El silbo me impresionó porque es un lenguaje que tiene algo poético"-. Confiesa Corneliu. Su intención al aplicarlo fue como un acto de rebeldía; “me gustaba la idea de usar ese lenguaje en una sociedad cada vez más controlada”, “cada vez que salimos a la calle, cualquiera puede grabarnos con el móvil”.
No debemos obviar el increíble talento que hemos podido contemplar de todos los actores del reparto, destacando a los protagonistas Vlad Ivanov y Catrinel Marlon, quienes tuvieron que aprenderse dicho mecanismo de comunicación. Preguntándole al director sobre la audacia de sus papeles, nos respondía, “los personajes de mi película están influenciados por el cine y lo utilizan para escaparse de la realidad [...] tienen mucho de Buster Keaton, se toman muy en serio a sí mismo y piensan que controlan su destino, por lo que también hay un humor absurdo”. Asimismo, otra singularidad ha sido la intervención del director español Agustí Villaronga, interpretando a un mafioso. “Pensé que podía dar un toque aristocrático a su personaje"- confiesa Corneliu-.
Ahora solo queda disfrutar esta brillante producción cinematográfica, seleccionada para competir en los Premios Óscar para la mejor película internacional por Rumanía.