Barcelona. Años 60. Una chica (prostituta) que huye de un hombre por unas calles de mala muerte acaba en el local de moda de la ciudad condal. En ese momento la vida de la prostituta y de un gánster se cruzan y ya no habrá marcha atrás.
Así se pueden resumir los cinco primeros minutos del capítulo piloto de la nueva serie española de Netflix, ‘Hache’, donde ya se pueden apreciar sus virtudes y sus defectos.
Entrando más en profundidad, ‘Hache’ sigue la historia de Helena (Adriana Ugarte), una mujer que se ve obligada a ejercer la prostitución para sacar a su marido de la cárcel y que, por azares de la vida, se verá envuelta en una debacle donde la droga, los gánsters y la sangre campan a sus anchas. En ese mundo conocerá a Malpica (Javier Rey), el jefe. Él será el encargado de introducir a Helena en ese ambiente.
La ficción, a priori, tenía muchos motivos para convertirse en un éxito de público y crítica: Adriana Ugarte, Javier Rey, un argumento potente, Netflix detrás y una showrunner (Verónica Fernández) que ha formado parte de algunas de las series más importantes de nuestro país.
La serie comienza siendo un batiburrillo de ideas ya vistas antes que puede recordar más a series canceladas de cadenas en abierto que a ficciones actuales. Por suerte, la cosa mejora de cara al final.
El principal problema que tiene la serie es la falta de personalidad que tiene. La historia no tiene ni un ápice de originalidad ni los personajes tampoco. Todo te va a recordar a otras series y los personajes parecen estereotipos sacados de otros títulos. Tampoco ayudan unos personajes secundarios que solo sirven en su mayoría como apoyo para los protagonistas. Se echa de menos un mayor desarrollo de estos. La única que sobresale es Séanín Brennan que está sensacional como la alocada mujer del cónsul de EE.UU.
Además, la ambientación de la serie es totalmente vacía y carente de contexto. No sabes si estás en Barcelona, Nueva York o Londres. Y es una pena y uno de los mayores peligros de Netflix. Es entendible que busque llegar a un público global, pero que lo haga olvidándose de la historia y de los rasgos característicos de un país es una pena, porque al final lo que queda es un producto irrelevante que no deja poso. Y para una plataforma que en sus inicios decía que buscaba convertirse en HBO antes de que HBO se convirtiera en Netflix no es buena noticia tener tanto contenido falto de ambición.
Por otra parte, todo el background que rodea a Hache y Malpica está muy mal conseguido. Buscan dar profundidad y sentido a los actos de los dos protagonistas, pero luego poco tienen que ver con las acciones y decisiones de ambos. La serie ganaría mucho más si no tratara de justificar a los personajes de Hache y Malpica. Son malos, interesados y muy listos. La vida les ha tratado mal y les ha llevado a ser así. Punto. Basta de intentar hacer ver justos y humanos a todos los personajes oscuros. A veces es mejor que sean simples ratas a intentar vestirles de angelitos con disfraces del chino. De hecho, ganan mucho más cuando se muestran ambiciosos, estrategas y manipuladores.
A pesar de todo esto, la serie tiene cosas muy buenas. Y la principal son sus dos protagonistas, Hache y Malpica. Las escenas juntos, la química que tienen y sus interpretaciones son sensacionales. Da gusto verles. Aunque el desarrollo de sus personajes a veces sea un poco desagradecido, Adriana Ugarte y Javier Rey están siempre al 100%. Es increíble verlos en pantalla. Se la comen y te mantienen totalmente pegado a ella. Sus personajes tienen potencial y ellos saben cómo resaltar sus virtudes.
A nivel técnico, la serie se mueve entre lo correcto y lo erróneo. A veces da la sensación de que una dirección y una fotografía más cercana a las series de Bambú Producciones hubiera sido mucho más acertado y le daría más poder a la ficción, sin embargo, se agradece el esfuerzo de intentar aportar algo y usar la cámara al hombro, que refleja muy bien la violencia y los bajos fondos entre los que se mueve la serie.
La nueva serie española de Netflix tiene un camino irregular, pero va de menos a más y nos regala una recta final llena de emoción y donde, por fin, despega. Hay que destacar, en especial, el capítulo 6. Muy disfrutable.
‘Hache’ puede suponer un punto de inflexión para Netflix. El futuro se intuye muy difícil para todas las plataformas de VoD dada la variedad de servicios y la competencia creciente. Si Netflix no comienza a ofrecer productos arriesgados y dignos de su servicio puede verse superada por adversarios como HBO.
En caso de que Netflix de continuidad a ‘Hache’, esperamos que sepan arreglar los problemas que presenta porque tiene mucho potencial. Es entretenida, tiene un reparto muy solvente y tiene la materia prima necesaria para ser mucho mejor y ofrecer más de lo que hasta ahora ha ofrecido.