Crítica de ‘The
Politician’: Política e identidad en la era del postureo
Cartel promocional | Netflix

Cuando Ryan Murphy firmó un contrato de exclusividad con Netflix por valor de 300 millones de dólares el mundo aplaudió la noticia mientras con gesto desencajado temía lo que podía de esa unión podía salir. Y no es para menos. Ryan Murphy lleva tras de sí una carrera muy irregular con muchos éxitos, pero también muchos fracasos. Tras unos últimos años llenos de reconocimientos gracias a series como ‘American Crime Story’ y ‘Feud’ ¿mantendría Murphy su racha de éxitos?

La primera apuesta del creador de Glee con Netflix llegaba hace casi un mes a la plataforma bajo el nombre ‘The Politician’ y aunque no ha llegado a la excelencia de sus predecesoras, ha sido una buena carta de presentación.

La serie sigue los pasos de Payton (Ben Platt), un estudiante que aspira convertirse en el presidente de Estados Unidos pero que antes debe intentar hacerse con el puesto de Representante de los Alumnos. Durante la serie vemos como Payton tiene que hacer frente a un montón de obstáculos durante su carrera para convertirse en el Representante de los Alumnos.

Su capítulo piloto es toda una declaración de intenciones. Ryan Murphy y Netflix ponen toda la carne en el asador y nos deleitan con un episodio que funciona como un tiro y que recoge muy bien la esencia de lo que será su primera temporada.

Payton es un chico lleno de ambiciones, unas ambiciones que a veces le hacen cometer actos bastante reprochables, pero también a sufrir mucho ante la impotencia de no conseguir su objetivo y decepcionar a aquellos que le rodean. A pesar de que la serie retrata y habla sobre la política y todo lo que hay detrás, Payton se convierte en un reflejo de la juventud actual. Una juventud que lucha por descubrir su verdadera identidad y que debe aprender a tomar las riendas de su vida. Este conflicto no solo lo vemos en Payton, si no que es una constante en el resto de personajes secundarios que acompañan a Payton en su camino.

Pero, esencialmente, lo que es la serie es una sátira política ambientada en un instituto. En ese universo tan concreto y esa etapa tan intensa de la vida, Murphy trata de reflejar cómo son las tripas de  la política actual, todo el marketing que hay alrededor, cómo todos los medios pueden justificar el fin, cómo a veces un enemigo pasa a convertirse en un aliado y cuán rápido puede estropearse todo.

Todo esto (y más) está presente, sobre todo, hasta el capítulo 5 (Uno de los capítulos más especiales de la temporada). Sin embargo, a partir del sexto episodio la serie se pierde. Durante los dos capítulos siguientes Murphy parece no saber muy bien por donde tirar y nos regala los dos capítulos más desdibujados de la temporada. Por suerte, sabe finalmente levantar el vuelo de nuevo con un último capítulo que deja con ganas de más.

El elenco de la serie no podría sido mejor. Todos están estupendos. Junto a Platt sobresalen Gwyneth Paltrow, como la madre de Payton; Zoey Deutch, como la vicepresidenta de Payton, Infinity Jackson,  y  Jessica Lange, como la abuela desquiciada de Infinity.

Sin embargo, ni siquiera ellas están a la altura de Ben Platt. Su Payton es todo. Aunque, al principio, pueda parecer un personaje histriónico, superficial y muy mamarracho (que lo es), su creador trata de darle profundidad mostrando sus miedos y anhelos. A través de las conversaciones con su madre y, sobre todo a través de la música (sí, aunque parezca que no pegue, hay números musicales). Payton nos deja entrar en su mente y descubrir que detrás del político también hay un ser humano. 

Clip de capítulo | Netflix
Clip de capítulo | Netflix

‘The Politician’ es una más que correcta llegada de Ryan Murphy a Netflix. Será toda una delicia para sus fans y una buena oportunidad para que gente que no ha visto nada del creador de Glee se introduzca en su universo.

Junto a Brad Falchuk e Ian Brennan, han construido una serie ligera y mamarracha que esconde más de lo que parece a simple vista. Una serie perfecta para pasar una rato agradable.

Lo mejor: Ben Platt, sus delicados números musicales y los mensajes que hay detrás.

Lo peor: Unos capítulos 6 y 7 algo desdibujados.

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