Pablo López en el Concert Music Festival: un niño tan libre como el viento gaditano
Pablo López durante el concierto en el Poblado de Sancti Petri (Chiclana) // Foto: Silvia Rueda Lozano

Existen músicos casados con la música. Músicos enamorados de la música. Músicos tan sólo comprometidos. Músicos que aún la buscan entre sus canciones.

Pablo López es un músico del que nace la música. La tiene dentro. Le sale de dentro. No le hace falta buscarla. Sólo expresarla, darle forma, componerla. Y no necesita mucho tiempo para hacerlo. En el instante le sale.

Así es como consigue que el resto de los mortales la sientan. Aunque tan sólo sientan una mínima parte de lo que en su interior deba sentir. Porque es casi imposible sentir la música como Pablo López. Sólo son unos pocos los afortunados como él.

Foto: Silvia Rueda Lozano
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Chiclana, Cádiz al completo, se rindió ante el cantante cuando tan sólo puso un pie sobre el escenario. Él sabía a dónde venía, a dónde volvía: "Gracias por hacerme sentir como en casa" dijo en mitad del concierto. Y es que era así.

Pablo López hizo y deshizo a su antojo: Todo improvisación, todo sinceridad y honestidad, todo humildad, todo en el momento, lo que fuera saliendo, todo libertad. En ocasiones, se sentía tan en casa, que se perdía el hilo del concierto. “La verdad es que ha llegado un punto en el que no sabía si estábamos en un concierto o un monólogo” comentaba la gente al final del concierto. Pablo López era libre sobre el escenario. Era un niño. Como las dos niñas que subieron sobre el escenario.

Foto: Silvia Rueda Lozano
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El Gato, uno de sus temas, fue el detonante en dos ocasiones para subir a niños al escenario. La primera vez fue una niña que le regaló un gato de peluche, y la segunda, su ahijada Lucía. Con ella quiso representar lo que representa El Gato: la libertad y los no prejuicios. “Ellos son libres, no juzgan, como los gatos”, decía con su ahijada en brazos mientras ella jugaba con el gato de la niña anterior. Se sentía como en casa, eso era cierto. Pero llegó un punto en el que parecía que se había olvidado del ritmo del concierto al quedarse tan embelasado.

Pablo López llena sus conciertos de alegatos: A la libertad, a la amistad, a quererse y amar ("Si te dicen que te quieren, no salgas corriendo"), a no temer al miedo… Y los llena de grandes frases y reflexiones. Es admirable. Pero en ocasiones, quizás abuse un tanto de ello. Aún así, Pablo López es un intenso y ve las intensidades en las historias más cotidianas.

Foto: Silvia Rueda Lozano

El concierto fue tan libre que, nada más comenzado, en medio de su primer tema El Camino, el sonido y la imagen de las pantallas desapareció.

López traía improvisaciones bajo la manga, pero se veía que aquella no era una de ellas. El cantante se vio en un momento de circunstancias, de ver que, aunque tocaba su piano con fuerzas, no se escuchaba más allá de las tres primeras filas. Pero que no cundiera el pánico. Informó a su equipo de que él tomaba las riendas y levantó el concierto de nuevo a base de marcar el ritmo golpeando el piano y cantando a gritos con el público. Incluso, cuando, minutos después volvió todo a arreglarse, el cantante decidió seguir un poco más con la dinámica.

Foto: Silvia Rueda Lozano
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Las primeras cinco canciones fueron casi todas de corrido: El Camino (por segunda vez), El Niño, Vi, La Mejor Noche de Mi Vida (que dedicó a su tía que se encontraba allí) y El Patio. El público entero para él. Había comenzado la marcha.

Advirtió, en una de sus innumerables intervenciones, que el concierto en el Concert Music Festival iba a ser inolvidable. Ya, en su visita el año pasado, muchos eran los críticos que habían calificado su concierto como el mejor del festival. Y venía a volver a repetirlo. Y lo consiguió

Todo libre pero ensayado. Esa es la gracia de Pablo López, que ensaya la improvisación. Aunque, el piano y él, suenan en función de las emociones. Es una bestia de las emociones.

El espectáculo era suyo, el público traía la marcha en vena para terminar de rematarlo, pero terminó siendo también propiedad de Pablo López.

Foto: Silvia Rueda Lozano
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“El Incendio”, “El Teléfono”, “Lo imposible”, “Dos Palabras”, “Te espero aquí”… Todos los temas fueron sucediéndose uno tras otro con improvisaciones de percusión con golpes al piano o palmadas con el público. En una ocasión marcó el ritmo al público para que este hiciera el zapateo y él tocara la melodía. En otra pidió superar a Queen en su mítico concierto en el Wembley, jugando al famoso “oh oh oh” como hacía Mercury. Incluso, de forma totalmente improvisada, cantó el principio “The show must go on”, y el público se la pidió completa.

Pablo López es un niño. Él lo dijo cientos de veces. Y juega. Juega con el público. Les traspasa su música mediante juegos y coreografías.

Pablo López lleva la música en el alma.

Foto: Silvia Rueda Lozano
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Y, no sólo el concierto, la música y el ambiente era lo que estaba haciendo que Pablo López se dejara fluir como nunca. Era el lugar. Era Cádiz. Cádiz hechiza, Cádiz embruja. Cádiz encanta a los cantantes. "Esto es Cádiz y aquí hay que mamar" dijo en mitad del concierto. El malagueño adora las tierras gaditanas. Y los gaditanos le adoran. Ya se lo demostraron en su triplete en el Teatro Falla en 2018. La conexión entre cantante y público es brutal. Y el público es especial. Regalaba zapateos propios del concurso de carnaval del Falla a cada minuto. Cuando al público gaditano se le encanta, él sabe encantar más.

Con “Hijos del verbo amar” subió intensidad, al rock, a la percusión más fuerte. Y con El Mundo”, envolvió el recinto de música y golpes de percusión: Contra el piano, contra el suelo, contras su propio pecho (que estará destrozado después de 85 espectáculos por toda España).

Foto: Silvia Rueda Lozano
Foto: Silvia Rueda Lozano

Ya en la recta final, sobre el escenario, subieron dos personas más. La primera fue Sara, una cantante que hizo de telonera para López en un concierto en las Islas Canarias. El cantante hablaba de ella maravillas, embrujado por la voz de la cantante. Juntos cantaron un tema que hacía tiempo que el cantante había dejado guardado en un cajón. Debería resurgió en el Concert Music Festival bajo el piano de López y la guitarra de Sara, haciendo un dúo bonito, elegante y emocionante.

Pero, para emociones fuertes, la del momento en el que hizo subir a su madre. Habló con ella durante todo el concierto. Un hijo orgulloso nombrando a su madre a cada minuto. Era como el típico niño diciéndole “Mira mamá, mira lo que hago”. Y se le iluminaba la cara cada vez que hablaba de ella. “El invierno nos guarda sonó acompañado de su madre, mientras agarraba su mano y la besaba y abrazaba constantemente. 

Foto: Silvia Rueda Lozano
Foto: Silvia Rueda Lozano

En total, Pablo López cantó un total de 21 temas en un concierto que duró más de 3 horas. Lo terminó con “Tu enemigo”, con el público dejándose la piel y bailando al ritmo del tema que puso en el punto de mira al cantante hace ya casi 5 años.

Pablo López fue un niño en Cádiz. Un niño que jugaba en una noche en el que el viento de Poniente había tomado un papel importante haciendo que el calor se disipara y el frío de la noche llegara. Pero López dio calor con su espectáculo, con sus palabras, con sus letras. Y, sobre todo, música. Llenó el Concert de mucha música.

Foto: Silvia Rueda Lozano
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