Decepción, desidia y perplejidad. Un espectáculo denigrante de dos semanas en donde las izquierdas han vuelto a evidenciar que no se soportan, que no se fían, y que están dispuestos a malgastar la gran corriente de ilusión que depositaron los españoles progresistas en las urnas.
Pablo Iglesias y su organización "creada para representar a la izquierda huérfana" han vuelto a negar la presidencia del Gobierno a un candidato socialista. En una investidura fallida que envuelve a España a una parálisis que comenzó en 2015 y que no tiene vistos de concluir. En septiembre tendrán otra oportunidad, dos meses por delante para no volver a pecar en los mismos errores, para no negociar en un fin de semana el primer gobierno de coalición de la historia de la democracia. Hay tiempo, pero quizás falten las ganas.
El PSOE y UP llamaron a la movilización, a las urnas el pasado 28 de Abril para "parar a la extrema derecha". Convirtieron las elecciones en una disyuntiva a elegir entre pasado o futuro. Entre convivencia o desastre, entre la salvación o el fin. Y España les cogió la mano y les dio una oportunidad. Se lo creyeron, pensaron que sí, que tras la moción de censura, la izquierda española iba a colaborar, iba a cogobernar alejada de personalismos y alegorías del pasado. Se lo volvieron a creer. Y volvieron a pecar.
Pasaron los días, los meses, las autonómicas y locales. Comenzaron las reuniones y llegaron las filtraciones interesadas, los titulares sin contenido y la eterna y tediosa lucha por el relato. Una guerra que tenía ganada Pablo Iglesias el pasado viernes desde que anunció que él no sería impedimento alguno para formar un gobierno. Ayer, el fin de la evasión.
El PSOE aceptó más de lo que ninguna fuerza a la izquierda de los socialistas podía haber imaginado. Pero a la izquierda impoluta guardián de las esencias se le había olvidado lo exigido. La abstención y la lucha de egos evidenciada en la investidura por ambas formaciones vislumbra el desastre de una izquierda incapaz de aparcar sus diferencias para recoger el mensaje que sus votantes les dieron.Lo han entendido de tal forma que volverán a dar a la derecha española una nueva oportunidad para reorganizarse y ganar de nuevo un país. La izquierda nunca la pierde para defraudar a sus votantes.
