Crítica de ‘Utoya, 22 de julio’
Los dos protagonistas del filme / Foto: filmaffinity.com

Erik Poppe (La decisión del rey) se encarga de dirigir Utoya, 22 de julio, que por fin llega a nuestro país. Un thriller basado en hechos reales sobre terrorismo que pretende remover conciencias en el espectador.

En Utoya, 22 de julio, conoceremos a Kaja, una joven de 18 años, apenas 12 minutos antes de que comience la matanza en el campamento de verano de la isla noruega de Utoya, el 22 de julio de 2011, en el que fue el peor día de la historia moderna de Noruega. Los jóvenes acampados saben de la bomba explosionada por un terrorista en Oslo, pero desconocen que Anders Breivik se encuentra en la isla con la intención de matar a cuantas más personas mejor.

El film es muy vertiginoso y un perfecto ejemplo del más claro suspense. Es eficaz puesto que, a través de 93 minutos, relata una historia muy compleja en la que están sucediendo cosas en cada minuto del metraje. Poppe tiene la capacidad de sorprender, aterrorizar y angustiar al espectador con un viaje en tiempo real y en un único plano a lo sucedido el 22 de julio de 2011.

La película noruega de Poppe es tan imprevisible como absorbente, tan brutal como resistible, siendo muy desgarradora y un testimonio conmovedor del heroísmo humano. El espectador tendrá el corazón en la boca en todo momento gracias a su capacidad para generar tensión y conmover.

Una experiencia vertiginosa, impactante y con un final que te dejará echo polvo. Costará tiempo procesarla, pero es una experiencia que todo cinéfilo debe vivir. Nunca se ha hecho nada igual que Utoya, 22 de julio, porque transmite una verdad y una angustia que pocas películas han conseguido.

Valoración: 4/5

Lo mejor: La gran tensión que es capaz de provocar

Lo peor: Que el final parezca precipitado

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