Después de cinco años de silencio musical, Dan Auerbatch y Patrick Kerney han vuelto para grabar un nuevo álbum. Let's rock se ha hecho esperar, pero se ha coronado como una vuelta de The Black Keys a su estilo musical que tanto caracteriza al grupo dejando atrás el teclado y la influencia más electrónica de Turn blue.

Bajo el sello de Warner, el dúo unido ha dado luz a un disco que tiene tintes de sus antiguos álbumes que les lanzaron a la fama: desde Rubber Factory hasta El Camino. Su lado más alternativo ha tomado el control de este disco incluso en su título. El guitarrista Dan Auerbatch explicaba en una entrevista para Beats 1 que, mientras estaban grabando en Nashville, escucharon una noticia local: un preso había sido ejecutado después de dieciséis años sin penas de muerte en la ciudad. Los verdugos preguntaron al prisionero cuáles eran sus últimas palabras. Éstas fueron “let’s rock”. Como homenaje a ese condenado rockero, el dúo bautizó de esta forma a su nuevo disco.

El tono que toma este nuevo álbum camina hacia la elegancia y deja atrás el garage rock. Sin embargo, hay canciones que muestran aún la influencia de este género sobre el grupo. Precisamente, son las que escogieron como adelanto para el disco: Lo/Hi y Go. No ocurrió lo mismo con Eagle birds, que lanzaron a la vez que Go. Ésta sí que muestra hacia donde se disponen a llegar The Black Keys: un estilo más indie y soft.

Precisamente, se nota que el grupo ha bajado las revoluciones en este disco hacia esos ritmos más suaves con canciones como Breaking Down. Lo mismo ocurre con Get Yourself Together, aunque ésta se tercia más sesentera, con Fire walk with me y Sit Around and miss you. El sonido de la última suena a una canción surfera de día y hace del rock del disco El Camino.

Si algo destaca en este Let's rock, es la maña y el poder de la guitarra de Auerbatch. Aunque su carrera individual no ha sido excesivamente fructífera, ni tampoco consiguió el éxito que esperaba con The Arcs o Blackrocks, esta es su obra culmen. No hay una sola canción que no tenga la guitarra como eje central de su ritmo.

Después de escuchar el disco un par de veces, el ritmo termina pareciendo muy homogéneo en todas y cada una de las canciones que lo componen. Podría decirse que el dúo no ha arriesgado demasiado al componer este disco. Sin embargo, también hay que confirmar que, a pesar de ello, la música de The Black Keys no ha perdido calidad en absoluto. Sin sentir la necesidad de crear contenido bailable o rockero que impulse a mover la cabeza hacia todas las direcciones, el grupo ha conseguido coronarse de nuevo como la banda indie rock más salvaje a la vez que alternativa del panorama musical.