Las adaptaciones han sido siempre el sello característico de la industria del cine. Es innegable que el panorama siempre ha estado dominado por las adaptaciones de libros, sin embargo en los últimos tiempos ha surgido una modalidad que se ha adueñado del panorama de las adaptaciones. En la década de los noventa, la poderosa compañía conocida como Disney, realizó todo un conjunto de cintas animadas que cosecharon gran éxito en la época, ya fuesen de creación original o inspiradas en otras historias, lo cierto es que dichos proyectos se hicieron rápidamente con el dominio de la animación.
Cuando parecía que todo quedaría en momento fugaz de popularidad, la compañía del ratón decidió que sería buena idea resucitar estos proyectos pero aportándoles un enfoque distinto. Ya no se trataba de pulir la animación, sino de aprovechar las nuevas tecnologías para llevar esas historias a la gran pantalla, no por medio de animación, sino gracias a la ayuda de actores de carne y hueso, lo cual con el tiempo ha pasado de ser una iniciativa suicida, a una alternativa tremendamente rentable.
El único defecto que podría decirse que traen consigo estas historias, es su afán de realizar un calco exacto de sus homónimos en el terreno de la animación, lo cual les hace perder identidad propia y un factor sorpresa que atraiga al espectador. A pesar de esos fallos, no se puede negar que la realización de estos proyectos viene cargada siempre de un despliegue espectacular que consigue que ya no haya que imaginar cómo serían esas historias en la vida real.- La fusión de actores, efectos y fantásticos guiones, logran opacar los defectos hasta el punto que con cada nueva cinta de este estilo, el compromiso de la gente con este género se vuelve más grande.
Es por ello que una vez concluida esta reflexión, se puede inferir que esta clase de cintas no solo se han convertido en un arma de las compañías cinematográficas, también representan un nuevo mundo de posibilidades para el espectador.
