El renacimiento de Fra Angelico y sus coetáneos consagran el Prado
Imagen de las salas de la exposición. Foto © Museo Nacional del Prado.

El despertar del Renacimiento en la pintura no se entiende sin la figura del monje italiano. “Fra Angelico y los inicios del Renacimiento en Florencia” es la gran apuesta del Museo del Prado para celebrar el bicentenario de su inauguración. Investiga el valor artístico del primer Renacimiento, el Quattrocento, usando como punto de partida la Anunciación que se exhibe en su máxima plenitud tras ser restaurada. Junto a esta obra también se destaca la nueva incorporación de la Virgen de la Granada, y otras 40 obras de Fra Angelico junto a otros pintores y escultores contemporáneos como Masaccio, Masolino, Ghiberti y Donatello.

El comisario Carl Brandon Strehlke, conservador del Philadelphia Museum of Art y uno de los mayores expertos en Fra Angelico, ha distribuido el recorrido en las salas C y D del edificio Jerónimos. Miguel Falomir, director del Prado, señaló en la presentación de la exposición el pasado lunes que la exposición consigue “paliar alguna de las deficiencias de nuestra excelente colección y uno de las más llamativas era la del Quattrocento italiano”. Esto se debe a la falta de apreciación por parte de los monarcas españoles por este periodo, y a la posterior incapacidad de los museos españoles de adquirirlas cuando se tornan obras maestras a partir del siglo XIX.

Dieciocho beatos dominicos. Tablas del retablo mayor de San Domenico en Fiésole, Fra Angelico (1421-1422). The National Gallery.
Dieciocho beatos dominicos. Tablas del retablo mayor de San Domenico en Fiésole, Fra Angelico (1421-1422). The National Gallery.

Dividida en siete salas, analiza de forma biográfica la vida de Guido di Pietro (1395-1455), el nombre real de Fra Angelico, apodo que se le puso después de su muerte por su producción religiosa. “No me elogiéis porque parezca un nuevo Apeles, sino porque os entregué, oh Cristo, todas mis riquezas", quedó grabado en su tumba en Santa María Sopra Minerva (Roma). A comienzos del siglo XV entró en el taller de Lorenzo Monaco como aprendiz en Florencia, el hervidero del arte del momento, incluso el papa Martín V residió un año en Santa María Novella. Brunelleschi estaba comenzando la cúpula de la catedral y Ghiberti trabajaba en los relieves de las puertas del baptisterio. En la Virgen con el Niño se aprecia el conocimiento de estas obras, así como de otros artistas como Donatello.

La Virgen y el Niño con cuatro ángeles, Fra Angelico (1417-1419). Museo Estatal del Hermitage.
La Virgen y el Niño con cuatro ángeles, Fra Angelico (1417-1419). Museo Estatal del Hermitage.

Alrededor de 1420, Guido ingresó en el convento dominico de Fiésole a la vez que Gentile da Fabriano, el pintor italiano de moda, llegaba a la ciudad. El empleo ornamental del oro y la forma de tratar la luz de este pintor itinerante de estilo gótico conjugo con el estilo que estaba consolidando Fra Angelico. Entre 1425 y 1426 realizó su obra culmen según la musealización del Prado, La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén. Este retablo fue uno de los tres que pintó para San Domenico de Fiésole (instalado en el cancel al lado del Evangelio), y cuenta con una predela que trata los episodios del Evangelios, aunque se expone por separado.

La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén, Fra Angelico  (1425-1426). Museo Nacional del Prado.
La Anunciación y la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén, Fra Angelico (1425-1426). Museo Nacional del Prado.

El año 1432 marcó un punto de inflexión en su carrera, al pintar para el Arte de'Linaiuoli un tríptico cuya tabla central muestra a la Virgen con el Niño entronizado. Acabado en 1436, el tríptico señala la madurez artística y su rotunda decantación por las propuestas más avanzadas, es decir, las representadas por Masaccio y Ghiberti en contraposición al estilo gótico internacional de sus coetáneos.  A raíz de este tríptico, consiguió el encargo de Palla Strozzi y el de Cosme de Médecis. El encargo de este último fue la decoración del convento de San Marcos de Florencia, un proyecto colosal que englobaba la pintura al fresco de las grandes estancias y cuarenta y tres celdas. En este momento es evidente el taller que organizaba, entre los que destacan pintores como Benozzo Gozzoli.

Con la entrada del nuevo pontífice Eugenio IV en 1446, Fra Angelico se trasladó a Roma, donde pintó una serie de frescos en el Vaticano. De estos solo se conserva el ciclo de las vidas de San Esteban y san Lorenzo en la capilla de Nicolás V. Vivió unos años en Orvieto y regresó a Florencia en 1450 para asumir el priorato de Santo Domingo. En 1455 moriría en Roma, pero quedaría su huella y su camino fue continuado por artistas renacentistas como Antonizzo Romano o el castellano Pedro Berruguete, como se muestra en su Cristo en la cruz. Guido di Pietro era un gran narrador de historias, pero lo que realmente consagró su reputación posterior fue la capacidad para crear imágenes de un profundo sentimiento religioso.

Cristo en la cruz, Pedro Berruguete (1493-1498). Diputación de Segovia.
Cristo en la cruz, Pedro Berruguete (1493-1498). Diputación de Segovia.
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