El largometraje argentino, en coproducción con España, batió récords de taquilla en su país. Tuvimos la oportunidad de verla en la gran pantalla y a día de hoy, está disponible en plataformas digitales como Netflix.
Lorenzo Ferro interpreta a Carlitos, un chaval de diecisiete años que desde temprana edad, demuestra ante los ojos del espectador dos cosas. La primera es que tiene las ideas muy claras, quizás demasiado para ser un chico joven procedente de una familia buena, honesta y humilde. La segunda es, que al margen de su inexperiencia, dejadez y descuido, caemos rendidos ante este rostro angelical que tiene como vocación ni más ni menos que el mundo criminal. Y es que para Carlitos nada es de nadie.
Podemos pensar que la historia de un joven que aspira a ser ladrón es un argumento de ficción y carece de nada fuera de lo común. Sin embargo, cuando conoce a Ramón (Chino Darín) en su nueva escuela, comienza un vaivén de crímenes, pasión y suspense. Se desencadena una espiral de violencia sin control. ¿La chispa que prende la llama? El inconformismo ante una vida sin emociones, banal e intrascendente.
Veremos secuencias en las cuales una brillante banda sonora será la única guía en la narrativa audiovisual. Reconociendo míticos temas como Corazón contento, La casa del sol naciente o Milonga del ángel.
La película retrata durante los años setenta un período de la vida del que fue conocido como 'el ángel de la muerte'. Tras esa belleza que casi roza la perfección está la figura de Carlos Robledo Puch. Quien actualmente es el preso que más tiempo lleva encerrado en la historia de Argentina. Acusado de unos cuarenta robos y más de once asesinatos.
Atendiendo al recorrido del largo, participó en la Sección oficial en el Festival de Cannes. Por su parte, Lorenzo Ferro obtuvo el premio a mejor actor en los Premios Fénix y estuvo nominada a mejor película iberoamericana en los Premios Goya. Como dato y para aquellos a quienes le resulte interesante: la película logró la mejor salida en taquilla en la historia del cine argentino.
Pero dejando a un lado cifras y datos exactos, lo importante aquí es qué tiene esta película que la hace única. Por qué empatizamos tanto con un chaval sin escrúpulos y cínico pero a la vez enigmático como tierno.
Una de las cosas que más ilusión me ha hecho comprobar ha sido encontrar referencias al cine de Tarantino o Almodóvar. Juzguen ustedes mismos la puesta en escena, el lugar donde se emplaza la cámara o el humor presente en las escenas violentas. Incluso varios momentos trasladan a escenas concretas de Breaking Bad o Narcos.
Volviendo a Carlitos, son esta clase de personajes los que atrapan. De alguna manera hace cómplice al espectador; quien se pregunta cómo es posible que una mente tan inmadura salga inmune de todos sus crímenes. Y por otro lado, respira aliviado cuando una vez más; Carlitos vuelve a su habitación y se va a dormir como si no hubiera pasado nada.
Quizás sea por ese inicio en voz en off, en el que con pocas palabras ya despierta algo en nosotros. Nos identificamos con él. Pero al mismo tiempo pensamos: No. No puede ser la voz de un criminal. Y sí, estamos ante un antihéroe en toda regla con el encanto de Marilyn Monroe.