Es innegable que la industria cinematográfica del presente se rige por los números, es decir sus ganancias, en un mundo totalmente monetizado los resultados económicos son la máxima exigencia. En el caso del cine no es distinto, pues el rendimiento en taquilla condiciona todos y cada uno de los proyectos de las productoras, ya sea por el potencial en una idea en desarrollo o una cinta con altas expectativas, todo en esta industria se realiza desde el punto de vista resultadista. Sin embargo desde un punto de vista más próximo al del espectador hay que saber que beneficios nos ofrece la denominada estética, que beneficios nos ofrece la rentabilidad, y cual es preferible.
Por un lado la estética puede ser una palabra utilizada para referirse sobre todo a películas de calidad, películas reconocibles por personajes atrayentes, escenas memorables o argumentos sólidos y brillantes, es decir son películas realizadas con un cuidado especial que prima la sutileza artística por encima de cualquier elemento de negocio , aunque esto no quiere decir en absoluto que haya películas rentables en la actualidad que cumplen con estas características .
En el terreno de la rentabilidad sin embargo es un factor de fácil análisis, pues a mayor rentabilidad, mayor numero de películas están dispuestas a producir las productoras, las historias pueden no ser las mejores, la realización puede no ser excelente, pero lo que es innegable es que como espectadores, ardemos en deseo de tener un amplio abanico de posibilidades a la hora de ir al cine. Es por eso que momentáneamente dejamos de lado nuestra búsqueda de calidad cinematográfica para saciarnos con la cantidad en las salas.
Todo parecería indicar que la estética gana la partida, sin embargo tal y como la industria supo adaptarse a los tiempos y hacer del cine un negocio, sería correcto que los espectadores hicieramos lo propio y asumiéramos que no siempre es posible obtener obras de arte y que no todas las películas económicamente exitosas merecen ser odiadas. Por lo tanto la verdadera clave esta en mantener un equilibrio en el que se disfrute de lo mejor de la estética y lo mejor de la rentabilidad.