Es evidente que que cualquier tiempo pasado fue mejor, y en el caso de un género tan popular como el terror todo indica que esta afirmación se cumple con contundencia en la actualidad. Tal vez sea por la falta de historias realmente aterradoras o por ausencia de figuras prominentes en las cintas pero lo que es evidente es que se aprecia cierto estancamiento en este tipo de películas. Sin embargo en vez de seguir evidenciando los errores existentes en el género como hace mucha gente hasta el cansancio , resulta de mayor utilidad pensar en cuales son los causantes del bajo rendimiento del cine de terror.
En primer lugar hay saber diferenciar el contexto en las que se realizan las películas, una época como los ochenta fue una época que se benefició de su capacidad de asumir riesgos, las productoras lanzaron a la luz todo tipo de ideas atrevidas que con buena dirección calaron entre el público, de ahí que un muñeco diabólico, un asesino de los sueños o un zombie con máscara de hockey sean iconos del cine de terror, porque las compañías decidieron tomarse la libertad de apostar por ideas locas, pero que contaban con el factor de la innovación.
En la actualidad lamentablemente esa libertad se ha perdido, las productoras obligadas a rentabilizar cada uno de sus productos al máximo no parecen encontrar un término medio que satisfaga a los fans y de frescura al género a la vez. Y es que el culpable de esta situación es el público que no parece conformarse con ninguna propuesta que no reviva viejas glorias del pasado, si bien en ocasiones es necesaria la autocrítica, también es oportuno señalar a un público que deja mucho que desear en comparación con el esfuerzo de las productoras.
En esta situación lo único que le queda a la industria cinematográfica es insistir, insistir con cada idea por alocada que parezca, porque a pesar de que la inversión inicial sea enorme, con el tiempo pueda verse recompensada con la aparición de un público que comience a contribuir en el necesario renacimiento de este popular género.