Corea del Norte: de los JJOO al desarme nuclear
WAKOA

Kim Jong-un, ha anunciado la suspensión de sus ensayos balísticos y nucleares en suelo norcoreano, una muestra más de la actitud conciliadora y aperturista que está ejecutando el régimen más hermético del mundo.

Es un comportamiento paradójico a lo que el dictador temido por todo el mundo nos tenía acostumbrados y que empezó a dar muestras de su cambio de dinámica en los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebraron el pasado febrero cuando Seúl y Pyongyang se dieron una tregua y comenzaron a tender puentes para conseguir que la cita deportiva fuera un éxito. Diálogo y comprensión, que inesperadamente, se ha alargado en el tiempo transformando el armisticio en una probable definitiva paz y armonía entre las dos Coreas. Entendimiento y tregua, que se escenificó, cuando las abanderadas de los dos países agarraron conjuntamente la antorcha olímpica para a continuación, fundirse en un cálido abrazo.  

Porque, si la fe mueve montañas, el deporte remueve los corazones y las conciencias. Ya lo sabía Nelson Mandela, cuando en 1995, aprovechando la celebración del mundial de rugby en Sudáfrica, aprovechó el acontecimiento para erradicar el apartheid y unir a hombres blancos y de color en torno a un balón de rugby y congregarlos a todos juntos en los estadios. Mandela, exprimió el único recurso común y unificador que tenía a su alcance para transformar la sociedad sudafricana dando paso a un nuevo tiempo en donde los blancos comenzarían a ver a los negros como personas y no como ratas. El muro que no pudo ser derrumbado por la política, fue derruido por el deporte y en su lugar un puente unió a las dos Sudáfricas.

Quien iba a pensar que un balón ovalado iba a unificar a una nación entera cuando muchos otros políticos lo habían intentado en vano sin conseguir resultados que fructificasen que llegaran a buen puerto. Mandela se centró en el Rugby, descuidando el resto de elementos conectores entre las dos razas. Pese al desacuerdo de sus asesores, este continuó su estrategia lúdica hasta conseguir el objetivo, para algunos imposible, de sembrar paz y armonía entre blancos y negros, entre el país que segregaba a los humanos de color, y la nación apartada y desplazada por miedo a recibir represalias por los que les consideraban inferiores. 

Deporte que ha vuelto a hacer de las suyas ablandando el corazón del hombre de hielo. Discordia congelada por el frío y acuerdo calentado por la llama olímpica. Antorcha que ha encendido el fuego fraternal en el corazón de Kim Jong-un paralizando su escalada nuclear y sus ansias de destruir el mundo tal y como lo conocemos. Este deporte, que hace llorar a los más valientes, esta práctica que puede que saque lo peor de las personas, pero también desvela lo mejor. Compañerismo, fraternidad, entendimiento… Unos puentes construidos por una pasión, un objetivo común alcanzado gracias al amor por este patrimonio mundial que levanta pasiones. Porque sea uno español, alemán, inglés o coreano, a todo hombre le gusta el deporte. Esta práctica que muchas veces sirve de escape y de tregua. Como cuando un 24 de diciembre de 1914 en plena Primera Guerra Mundial, los soldados alemanes y británicos embucharon las carabinas sustituyendo las balas por el balón.

Un balón puede más que la palabra, el deporte es más poderoso que el diálogo. Lo que este ha unido que no lo separe el hombre.       

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