Leopoldo López, el líder de la oposición venezolana, la esperanza de una nación, la personificación de la ilusión de un pueblo que quiere ser liberado, que sueña con vivir en democracia.
El hombre que dio voz al pueblo venezolano, el héroe que tuvo agallas para plantar cara a Nicolás Maduro. El todopoderoso al que nadie le hacía frente vio cómo un ciudadano de a pie le plantaba cara. El régimen bolivariano tenía miedo a su persona, a su voz, a sus discursos, a su carisma. Ese don de gentes y liderazgo que hicieron despertar a la Venezuela silenciosa, a los insumisos hartos de que el pueblo muriera de hambre mientras unos pocos se llenaban los bolsillos. Las ideas reformistas habían encontrado un profeta en el que plasmarse, un Abraham al que seguir hasta la tierra prometida. Una nación nueva, prospera y libre.
Altavoz, que se apagó. Sublevados que se vieron acallados cuando Leopoldo López fue arrestado e imputado por unos delitos inexistentes. Nicolás Maduro había ganado la batalla, pero no la guerra. Los insumisos seguían presentes, continuaban molestando gracias a la persona de Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López. Figura que fue la voz de su marido cuando éste estaba en prisión. La mujer que continuaba transmitiendo la esperanza de que una Venezuela mejor era posible. Recorría todos los rincones de Latinoamérica o Europa buscando ser escuchada, recabando apoyos para derrocar al régimen de Maduro existente en su nación. Mientras Leopoldo López rezaba por Venezuela, ella materializaba esas plegarias con su campaña internacional. Camisetas, carteles, consignas, todo giraba en torno a Leopoldo López. El mártir del régimen Bolivariano, el hombre que luchó por Venezuela.
La presión internacional hizo mella en Maduro y Leopoldo López salió de prisión a cambio de permanecer recluido en su casa mediante arresto domiciliario. Por fin la oposición se marcaba un tanto, por fin volvían a tener al profeta que les liberaría del desierto de la represión. Pero algo iba mal. Su líder ya no era el mismo, ya no era aquel hombre que atraía a las masas y se hacía escuchar. Su carisma era historia, su liderazgo había desaparecido. Todo su ser estaba en el olvido como consecuencia de las múltiples torturas y tratos inhumanos a los que se le sometió en prisión.
Técnicas, que según fuentes internas del país caribeño a las que ha tenido acceso VAVEL, han borrado del mapa a la figura de Leopoldo López y han hecho que el líder opositor sea historia. Le han transformado en vida, en un mito, en una leyenda. En el tótem de los insumisos, en la cara de la oposición. En una persona que fue peligrosa, pero que ya no lo es. Degradando su personalidad y su ser, han convertido a López en un mero caminante sin fuerza, que no supone una amenaza para el régimen establecido.
Un Nicolás Maduro que, al descabezar a Leopoldo López, ha guillotinado a la oposición y mitigado la amenaza. Los insumisos se han callado convirtiéndose en súbditos de la rígida gestión del actual Gobierno.