Un interrogatorio que duró más de 25 horas y tras el que Sarkozy quedó en libertad, pero bajo control judicial. Previamente imputado en un caso de financiación irregular en su campaña de 2012 y en otro de tráfico de influencias, Sarkozy pone el foco en las relaciones políticas entre Francia y la Libia de Muamar el Gadafi. Según fuentes judiciales, el expresidente francés se mantuvo “correcto y no especialmente tenso” en el interrogatorio. El exmandatario conservador, que niega todos los cargos, consiguió pasar la noche del martes en casa como muestra de respeto a su antiguo cargo. Los interrogatorios se realizaron en la Oficina Central de Lucha contra la Corrupción y las Infracciones Financieras y Fiscales (OCLCIFF) de Nanterre, en las afueras de París.
Este hecho fue revelado en 2012 por el diario digital Mediapart y en 2013 se abrió un sumario. Documentos y testimonios muestran cómo, durante la campaña de 2007 que llevó a Nicolás Sarkozy al poder, Libia contribuyó de manera ilegal con millones de euros. Las investigaciones fueron lentas, ya que todos los envíos de dinero se realizaron en efectivo, transportados por intermediarios de confianza.
Ziad Takkieddine, entonces intermediario entre régimen de Muamar el Gadafi y las autoridades francesas, admite haber enviado personalmente tres maletas con 5 millones de euros entre noviembre de 2006 y enero de 2007. El envío de Trípoli a París era recibido por el propio Sarkozy o su jefe de gabinete, Claude Guéant. Durante la campaña del entonces candidato del partido conservador UMP, el partido alquiló una caja fuerte en un banco parisino tras esos primeros envíos. En los meses siguientes, comenzaron a realizar numerosos pagos en efectivo, algo inusual en Francia. En menos de cuatro años, entre 2007 y 2011, el líder libio pasó de ser un personaje reconocido y admirado en París a ser destituido y morir en una intervención militar, en la que Francia jugó un papel protagonista.
La imputación por delitos de corrupción y financiación ilegal puede comprometer la credibilidad de las elecciones en las que obtuvo la presidencia. Ségolène Royal, su rival socialista derrotada, escribió en la red social Twitter horas antes de que se conociese la noticia: “Mi pensamiento va hacia los millones de ciudadanos que tienen derecho a saber si el partido se disputó con las mismas armas”. Declaraciones que dieron pie a pensar cómo un antiguo jefe de Estado de una democracia occidental es sospechoso de recibir financiación de un dictador que promocionó el terrorismo internacional.