Uno de los momentos más emotivos en la Gala de entrega de las medallas de oro de Andalucía que fueron otorgadas a María Elvira Roca, Rafael Amargo, Chiquito de la Calzada -a título póstumo, José Luis de Augusto Gil, la empresa cordobesa Iluminaciones Ximénez, al granadino grupo Abades, al Plan Infoca, Rosa María García-Malea López, Carolina Marín, Paco Tous, Pilar Palazón, Miguel Rodríguez Fernández, José Luis Gómez García y Guillermo Antiñono Gil, se pudo vivir cuando María Rosa García, la gaditana de la Isla de León, también condecorada, interpretó acompañada al piano por Alfonso Pérez, el himno de Andalucía.
No en vano en apenas tres minutos y medio Niña Pastori dio rienda suelta a la catarata de emociones vividas por todos y cada uno de los galardonados, muy especialmente en el caso de la isleña, que se mostró tremendamente emocionada y abrumada desde el primer día que recibió la noticia, justo antes de salir de viaje a Argentina. Y a fe que cobraron sentido las letras de Blás Infante y la composición musical de José del Castillo Díaz -inspirada en el Santo Dios, un canto religioso popular que los campesinos y jornaleros de algunas comarcas andaluzas cantaban durante la siega-. Y Pastori desbordó todo su torrente de arte, dando en todo momento los silencios necesarios, la fuerza y el énfasis en los momentos idóneos a la melodía y las estrofas, además de ese duende que le viene de la más pura tierra, de familia. Pidió Tierra y Libertad con un sello de verdad blanca y verde, con mucho duende libre revoloteando por el Teatro La Maestranza de Sevilla.
Lo disfrutó María que cumplió el sueño de ser profeta en su tierra como transmisora del cante y la música, y eso que estaba recién llegada de Argentina y, no gozó apenas de tiempo para ensayarlo. De hecho cogió el tono por el móvil y como no podía ser de otra manera lo bordó, pues una voz como la suya nace del corazón del pueblo andaluz, de aquellos hombres y mujeres de luz que a los hombres y mujeres, almas le dieron. El broche de oro que puso María, la eterna niña andaluza, muy feliz, que conserva lo más genuino de esta tierra diferente y acogedora. La ilusión por su arte, por transmitir emoción, por ser bandera de una forma de sentir, por ganas de vivir, de crecer, de evolucionar y cantar bajo el sol de esta tierra, que en muchos de los casos, tanto de artistas como de la gente de a pie de Andalucía, es una manera de vivir. Como dijo María muy de familia andaluza por los ‘cuatro costaos’, muy de Cádiz y su provincia. Un premio para ella y que ofrece a todos los suyos, a su gente, a los músicos…
Sin duda merecido reconocimiento para esta mujer gaditana, esta cantaora ilseña que ve el mundo Desde La Azotea, una azotea andaluza con tierra y mar, ropa tendida de cal blanca y verdes macetas, que se mueve al son de una brisa marina y, en la que viven duendes - salinos de marismas y estero como los de María- que hacen la vida del resto mucho mejor.