En 2014 Matthew Vaughn revolucionó el mundo del cine de espías con “Kingsman: Servicio secreto”. La originalidad de su propuesta, el estilo gamberro y las múltiples dosis de adrenalina que proporcionaban hicieron de este un filme diferente y muy atractivo.
Ahora, tres años después, llega su secuela, en la que repiten Colin Firth, Taron Egerton y Mark Strong, a los que se suman Halle Berry, Channing Tatum, Julianne Moore y Jeff Bridges entre otros. Con este espectacular reparto, no cabe duda de que su presupuesto ha subido, signo del éxito de la primera entrega.
Y lo bueno es que no es lo único que ha subido. Kingsman gana en calidad, fuerza y capacidad de sorpresa. Logra dejar con la boca abierta al espectador y que no sé crédito de lo que está sucediendo en la pantalla. La acción, la comedia y lo absurdo abundan, conviviendo con la incoherencia más absoluta.
Matthew Vaughn, responsable de éxitos como la primera entrega de “Kick – Ass” o “Xmen: Primera Generación” demuestra ser fiel seguidor de sus principios y que, a pesar del gran éxito de su anterior entrega, respeta plenamente su esencia. Y es que lo bueno de todo es que el director ha sabido detectar los errores de la primera entrega y le ha aportado ese tono de incoherencia y emoción que fallaba en la primera.
Eso de que segundas partes son siempre malas no siempre es cierto, y esta cinta es una buena prueba de ello. Probablemente, tengamos Kingsman para rato, lo cual me alegra profundamente, siempre y cuando no baje el ritmo y la originalidad y la sorpresa sean sus factores fundamentales.
Valoración: 4/5
Lo mejor: una secuela mucho mejor que su antecesora, con unos protagonistas que le aportan una armonía y un ritmo exquisito
Lo peor: ¿nos puede ofrecer más o ya nos ha contado todo?