El pueblo alemán ya ha decidido cuál será el partido que los gobierne durante los próximos cuatro años y este será la coalición de los partidos CDU y CSU dirigidos por Merkel. Pese a ello, el 33% de los votos obtenidos por estos dos partidos, es un resultado bastante bajo si se compara con los de las anteriores elecciones germanas. Pero no solo ellos han sido los damnificados por el ascenso del partido AfD (ultraderecha alemana) que ha obtenido el 12’6% de los votos, el partido liderado por Martin Schulz también ha experimentado un resultado bastante bajo con el 20’5%.
Si bien es cierto que el diálogo y el consenso han sido algo característico en el Bundestag, parece ser que esta vez las conversaciones entre partidos deben ser más numerosas. Esto podría implicar que las negociaciones podrían alargar el plazo en el que se formará el nuevo Gobierno. Si la última vez las elecciones parlamentarias en el Bundestag los grandes partidos tardaron casi tres meses en negociar, en esta ocasión se espera que el plazo se alargue aún más.
Un proceso lento
Pese a esto, el Bundestag debe realizar su reunión constitutiva en algo menos de un mes, algo que acabaría con las funciones del Gobierno anterior. Aunque todos sus integrantes se mantendrán en sus puestos de forma temporal hasta que se forme el nuevo Gobierno. El primer gran objetivo es la elección del canciller federal que será elegido por los diputados en votación secreta y en primera ronda teniendo que ser con una mayoría absoluta de todos los miembros (50%+1).
De no ser así se abrirá un plazo de dos semanas para llevar a cabo votaciones para conseguir esa mayoría. Solo tras pasar este plazo podría elegirse al canciller con mayoría relativa, aunque cabe destacar que desde 1949 los cancilleres federales siempre fueron elegidos en primera ronda de votación.
Los dos caminos que puede haber
Según sea elegido el canciller puede desembocar en dos opciones: si este es elegido por mayoría absoluta el presidente federal debe nombrarlo en el cargo; pero si es elegido mediante mayoría relativa, el presidente federal puede o bien confirmalo en el cargo, o bien disolver el Parlamento y por tanto se iría a nuevas elecciones. De ellas saldría el canciller que elegiría el número y tareas de los ministerios así como sus representantes.
El nuevo Bundestag que debe tomar esta decisión se formará por 709 diputados, 79 más que la última vez, algo que llega tras la ley electoral alemana cuyo principal propósito ha sido otorgar escaños ‘niveladores’ para asegurar que la composición de la cámara esté proporcionada a la selección real de los partidos por parte de los votantes.
El ascenso de AfD
Pese a que puede parecer un proceso ‘fácil’ y ‘sencillo’, el ascenso del partido Alternativa por Alemania (AfD) que obtuvo casi seis millones de votos podría ralentizar este. Pero, ¿cómo ha ocurrido este hito? Este hecho puede ser más sencillo de lo que se puede pensar. Los principales apoyos que ha tenido este partido en las pasadas elecciones han sido los antiguos abstencionistas y votantes primerizos (1'6 millones de votos) además de quienes han vuelto a apoyarlos en las urnas (1’4 millones de votos). Por otro lado, en una cantidad más pequeña se encuentran los antiguos votantes de la CDU, del PSD y de Die Linke (1’93 millones de votos).
Aún así, ¿qué ha hecho a los votantes decantarse por la AfD? Puede parecer que este partido de la ultraderecha solo podría atraer en su mayoría a votantes de similar ideología pero los resultados no muestran eso. Los votantes de Die Linke (extrema izquierda) son los que más han migrado a este partido respecto a las pasadas elecciones, demostrando que es una formación con un movimiento ideológico más abierto de lo que se podría esperar.
Según los análisis de los votos por el instituto alemán Infratest dimap, el principal elemento que ha hecho decantarse al electorado por AfD es el deseo de seguridad, la floreciente enemistad con el pueblo musulmán y el cierre de fronteras a los refugiados. Más del 90% de los votantes de este partido se decantaron por ellos gracias a su política para tratar de reducir la influencia islámica en el país germano además de su propuesta para reducir el número de refugiados que entran en Alemania. Parece ser que las políticas de recogida de refugiados que llevó a cabo Angela Merkel en su anterior mandato tienen bastante culpa de este resultado.
Aún así, en las últimas horas el AfD está sufriendo una ‘guerra interna’ entre sus máximos dirigentes debido a Frauke Petry, copresidenta de la formación que ha entrado por primera vez en el parlamento alemán, no asumirá su escaño por las diferencias internas en el partido de ultraderecha, algo que podría hacer que las negociaciones que tratará de llevar a cabo Angela Merkel puedan ser más fructíferas con partidos como el FDP (liberales) y los verdes, además de atraer a votantes del propio partido filo-nazi.
En cuanto al escenario europeo, este clima de incertidumbre tiene preocupada a toda la población de los estados miembros. Lo más seguro es que Merkel además de poder tener dificultades en sacar propuestas en su propio país (que deberán de dar un giro a la derecha y conseguir un mayor consenso), tenga incluso más en lo que a Europa se refiere, dónde tendrá como principal opositor a Martin Schulz.
El populismo, un arma que puede dividir el mundo
La conclusión que se puede extraer de todo esto es que Alemania se va a ver obligada a negociar más que nunca para ver cual será el Gobierno que dirigirá al pueblo germano durante los próximos cuatro años. La entrada con tanta fuerza de AfD será clave para ver como acaban las negociaciones, está claro que una parte del electorado quiere un cambio y Angela Merkel deberá lidiar con ello.
Lo que si queda claro es que los cimientos de esta sociedad abierta deben luchar contra propagandistas ya sean de izquierdas o de derechas, una lucha que debe ser diaria. El populismo puede llegar a intoxicar a la población mundial que podría acabar con un enfrentamiento entre unos y otros. Por ello, se debería reaccionar ante ello y acabar con las falacias e ideales de este ‘fantasma’ que puede llevar a la destrucción de un mundo con un futuro cada vez más incierto.