En un pueblo toscano de Florencia llamado Vaglia aguarda al visitante una de esas obras perdidas que dejan sin palabras al privilegiado que goza del placer de poderla contemplar. Construida a finales del siglo XVI por el escultor francés Giambologna la colosal escultura, mitad hombre mitad montaña, es una de esas maravillas ocultas por descubrir. Su impresionante majestuosidad y belleza exterior esconde un interior repleto de sorpresas. No en vano en su interior contiene numerosas cavidades con diversas funciones que hacían parecer cobrar vida al conjunto de piedra monumental. De hecho del monstruo marino que sostiene en su mano izquierda brotaba una corriente de agua subterránea y en su cabeza existe una cámara interior en la que al encender una hoguera hacía surgir humo de su nariz.
Símbolo de los Apeninos italianos, cadena montañosa que recorre Italia de norte a sur a través de 1500 kilómetros, se eleva 12 metros sobre el suelo de la Villa di Pratolino en la ya citada y siempre mágica región Toscana. En un principio podría parecer fruto del decorado de una de las numerosas películas de ficción y aventuras más famosas de la historia, pero este Dios de la montaña es una bellísima realidad pétrea. Una creación de Giovanni Da Bologna o más abreviadamente Giambologna, también conocido como Juan de Bolonia. Artista renacentista nacido en Douai, (Francia) pero formado en Roma y Florencia, coetáneo de Miguel Ángel y considerado como uno de sus numerosos discípulos. De hecho en su obra se puede identificar el dinamismo y la tensión del maestro, aunque en su estudio del arte clásico logró crear un sello propio cercano al manierismo, desarrollando un equilibrio y una gracia de tal elegancia que le hicieron ganarse el prestigio y una firma muy personal. Tanto como para convertirse en escultor de la corte de los Médici, que le pagaron un sueldo mensual a cambio de esculturas tanto para exposición pública como para su colección privada.
Su capacidad de refinamiento le sirvieron para crear una serie de efectos a sus obras que otras carecían, creando una escuela posterior y continuista gracias a discípulos como Adriaen de Vries y Pietro Francavilla que dejaron su taller de camino a París en 1601, e incluso el portentoso arquitecto, escultor y visionario, Gian Lorenzo Bernini, último genio de Roma que también se vio influenciado por su particular forma de crear. De hecho en este coloso tallado en piedra con ciertas partes creadas a partir de lava y cemento, se produce una elegante combinación entre dos artes como la arquitectura y la escultura, pues en su telúrico interior alberga habitáculos y escaleras con salidas al exterior cuyos usos constituyen todo un misterio, pero que apuntan en la dirección de la utilización del fuego como forma de hacer cobrar vida a un dios que es una de esas joyas artísticas escondidas de Italia.
Pareciera que en cualquier momento fuera a levantarse, pero a su vez transmite la sensación de que el ser humano es un elemento más de la naturaleza por las líneas estéticas y la serenidad con la que se funde con el maravilloso paraje verde y acuoso que lo rodea.
Encargada por Francisco I de Medici como regalo para su prometida, una dama veneciana llamada Bianca Cappello; y ante la que se casaron en 1579, constituye posiblemente la firma inmortal de un genio cuya mayor parte de su obra se encuentra diseminada por varios puntos de Italia, aunque de manera muy especial en Florencia, particularmente en el Museo Bargello. Allí el deleite seguirá siendo especial al contemplar la estatua de bronce del dios Mercurio, posado sobre un pie y soportado por un céfiro, Florencia venciendo a Pisa, varias imágenes de Venus y, la estatua dedicada a la Arquitectura. Todo ello sin olvidar la fuente dedicada al dios Neptuno que se expone en Bolonia o la estatua ecuestre de Cosme I de Médici junto al Palacio Vecchio o el Rapto de las Sabinas (1574-82) y el Hércules y el centauro Neso (1599) en la Loggia dei Lanzi, San Lucas para la iglesia de Orsanmichele. La obra de un genio con una firma colosal que parece cobrar vida en un pequeño y bellísimo rincón de Italia.