La historia del arquitecto chileno Alejandro Aravena es la historia reciente de su país, nacido en el seno de una clase media en su currículo no faltan grandes planeamientos urbanísticos, facultades, museos, casas burguesas, torres de oficinas, pero si por algo Aravena se ha convertido en un profesional ciertamente especial es por ser más conocido como el arquitecto del pueblo. Un profesional comprometido socialmente, académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile (UC) y, profesor visitante en Harvard su concesión del flamante Premio Pritzker de Arquitectura en 2016 rompió con un perfil abriendo paso a un tipo de arquitectura funcional capaz de pensar en la gente.

Desde que comenzó a estudiar arquitectura concibió la citada profesión como una manera de mejorar la calidad de vida de las personas. Cuando la mayoría de sus compañeros pensaban en grandes personajes y edificios, Alejandro eligió como proyecto una vivienda funcional para Morales, un taxista amigo de su padre, en un grupo de viviendas en Santiago Centro, que lograra facilitar y optimizar la vida de aquel ciudadano.

Elemental

En 2001 fundó Elemental junto a Andrés Iacobelli siempre bajo un concepto arquitectónico basado en el compromiso social. Aravena no tiene ínfulas de grandeza, es más lo grande para él es poder contar con la colaboración de las personas que habitaran sus casas. Lo que verdaderamente le hizo merecedor al prestigioso premio de arquitectura es que demostró que a además de la inspiración artística se le podía dotar de una función social como manera de otorgar una oportunidad a los más necesitados en la mejora de su calidad de vida. Cuando todos hablaban del prestigio de la arquitectura chilena, de los parabienes de la misma, Aravena se preguntaba cómo era posible solucionar la precaria calidad de la vivienda social.

En el caso de Aravena se puede hablar sin duda de una arquitectura activista, era ya un referente en su país y desde que recibió el Premio Pritzker goza de un prestigio a nivel internacional en la proyección y ejecución de obras civiles con un claro compromiso humanitario, de resolución de los problemas habitacionales de los barrios y personas más desfavorecidas. El concepto y objetivo de la arquitectura suele ir encaminado hacia la espectacularidad, a la capacidad del profesional para impresionar al empresario, pero para Aravena es una forma de dar un techo digno a millones de personas.

Arquitectura incremental

Emblemáticos edificios de universidades chilenas y estado­unidenses llevan su firma pero de lo que más orgulloso se siente es de hacer uso de su profesión para poner en marcha la arquitectura incremental, para los puristas toda una aberración, pero para los habitantes de aquellos barrios una posibilidad real para que sus propietarios pudiesen duplicar la superficie cuando dispusieran de más recursos. Este tipo de construcción se puede ver en Iquique, a través de viviendas de 36 metros cuadrados cuyos inquilinos tenían la posibilidad de alterarlas en un futuro para mejorar la habitabilidad de las mismas. Uno de sus grandes objetivos es acabar con la inequidad teniendo en cuenta a la gente, a los más de 2.000 millones de personas que necesitan una vivienda al menos digna y para los que apenas existían propuestas arquitectónicas.

El arquitecto de la reconstrucción

Foto: www.plataformaarquitectura.c

En 2010 Chile sufrió en devastador terremoto y un posterior tsunami que desde el Pacífico arrasó la ciudad de Constitución Fallecieron 500 personas y a los irreparables daños humanos se sumaron cuantiosos daños materiales. En la Quinta Monroy no quedó nada, así lo pudo certificar el arquitecto chileno desde un helicóptero en una primera evaluación de daños para la empresa Elemental, y Arauco, encargados de la reconstrucción. La desconfianza de los habitantes era lógica pues tras este tipo de proyectos se suelen encubrir empresas con un claro objetivo de enriquecimiento, un concepto que comenzó a cambiar cuando las personas se percataron de Aravena contaba y otorgaba gran importancia a aquellos que iban a habitar en sus edificios.

La relevancia social de la arquitectura

Al inesperado ganador del Pritzker de este año le importa más resolver problemas sociales que ejercitar sus habilidades artísticas. Aravena encuentra gloria en la monotonía, la sencillez y la colaboración con las personas que habitarían sus proyectos de reconstrucción en Constitución. La gente tuvo voz desde el principio y junto al gobierno, Arauco y su equipo lo lograron. Es habitual verle pasear por la calle y recibir unas simples gracias de gentes anónimas, pero los escépticos siguen cuestionando sus métodos porque critican su monotonía. Parece claro que no tienen en cuenta en ningún momento su funcionalidad, su capacidad de expansión y eficacia energética. Aravena tiene una máxima, las personas que no tengan acceso a una vivienda ocuparán el espacio y la construir de todas maneras, por lo que todo proyecto dirigido a posibilitarles la opción de hacerlo bajo un concepto de aprovechamiento, coste asumible y legalidad, se convertirá en ofrecerles una luz social que anteriormente no existía.

Existe sobre todo una base de buena voluntad en su concepto de arquitectura, la arquitectura es sin duda un arte ha creado obras únicas e irrepetibles, pero ha de existir también otra arquitectura para aquellos para los que la poesía y la belleza no les arregla el problema de la infravivienda. Para conocer el mundo, a la gente, hay que vivir en él, viajar y tener conciencia de lo que sucede. Los millones de desplazados, el cambio climático, la superpoblación, el crecimiento urbano, la realidad de una relevancia social frente a una relevancia artística.

Comcepto de equidad, menos es más

En Constitución se puede ver el concepto arquitectónico de Aravena, antes del levantamiento de un muro se les preguntó a sus habitantes cuales eran sus necesidades. De esta forma surgieron otro tipo de preocupaciones cotidianas y estableciendo un dialogo con las agencias gubernamentales presentaron un proyecto. La viabilidad del mismo se basó en la mejora de la calidad de vida de un barrio que sufría inundaciones constantes. Reduciendo el coste propuso la creación de un parque en la Ribera, que no impediría la devastación de un tsunami, pero que reduciría su impacto y solucionaría el principal problema de la localización, las inundaciones. La idea partió desde el concepto de la convivencia humana con la naturaleza, no de la invasión o resistencia humana respecto a ella. Su arquitectura social se basa en la simplicidad, dicen sus críticos que sus casas las podría dibujar un niño, pero hay veces en las que menos es más y la funcionalidad nada tiene que ver con la ostentación. Es una respuesta a la escasez, viviendas sociales a priori pequeñas, en muchos de los casos una casa de dos pisos y dos dormitorios, con techo, cocina y baño, pero dotadas de un espacio contiguo vacío de idénticas dimensiones que tenían los posibilidad de completar en el momento en el que la economía se lo permitiera.

El aspecto exterior de las construcciones no difieren demasiado de las callampas o poblas, características de las villa miseria de los barrios pobres latinoamericanos. El concepto de equidad toma relevancia desde el momento en el que la construcción se convierte en accesible económica accesible con las ayudas gubernamentales para los menos favorecidos. En Villaverde se establecieron desplazados por el terremoto de 2010 y gradualmente la mayoría de sus vecinos han ganado en calidad de vida. Agua caliente, espacio y una posibilidad real de mejorar.

Marcado por una dictadura pero graduado cuando Pinochet era ya una terrible pesadilla, tuvo la fortuna de hacerlo bajo una educación sustentada en el arte, las matemáticas, la literatura y el aprovechamiento de los materiales. Dibujar y construir pensando en la gente, sin dejar de sentir, de asombrarse ante la enigmática belleza del vestíbulo de la Biblioteca Laurenciana en Florencia, diseñada por Miguel Ángel y su número impar de escalones. Sin duda su estancia en Italia le marcó, su época en Venecia en 1992 le hizo enamorarse de Paladio, Alberti y Brunelleschi, de aquella arquitectura pero a su regreso a Chile la realidad le golpeó de tal forma que llegó a renunciar a su sueño para abrir un bar.

Centro de Innovación Angelini

Afortunadamente tras un tiempo en oscuridad le llegó la oportunidad de diseñar un edificio nuevo para el departamento de matemáticas en el campus San Joaquín de la Universidad Católica. Un espacio en el que se puede contemplar aquella otra arquitectura que se sumó para que el jurado del prestigioso Pritzker le convirtiera en el arquitecto más joven en conseguirlo. Probablemente la Torre Siamesa de Elemental es el edificio más fotografiado de los proyectados por Aravena y su equipo. Curiosamente no se siente especialmente orgulloso del mismo puesto que sufrieron numerosos contratiempos durante la construcción del mismo que lo convirtieron en lo que es. Afortunadamente para Aravena supuso un aprendizaje sobre lo que no debía hacer y se resarció de aquello con el diseño del Centro de Innovación Angelini, neobrutalista e impresionante.

Centro de Innovación Angelini / Foto: madera.uc.c

Para Aravena la arquitectura es atemporal e irreductible y lo suficientemente duradera como para ganarse el prestigio y el agradecimiento de la gente. La significación de la síntesis como resultado de la escasez de medios y la capacidad para aportar soluciones. Hacer quizás de la irregularidad, la variación y la geometría imposible, el arte del conocimiento de la condición humana a través de la creación de una vivienda digna para los demás. Recientemente nombrado premio Gotemburgo para el desarrollo sostenible, la filosofía arquitectónica de Aravena y su equipo constituye una clara demostración del uso del sentido común como forma de aportar soluciones simples a problemas complejos. Un enorme desafío que se convierte en gratificante a partir del momento en el que las personas cumplen sus sueños y deseos.