La magia es un ser con alas que va de avión en avión transfigurado en gaviota, mientras que el duende es otra de esas criaturas inexplicables que viaja en una maleta de ida y vuelta, y tanto uno como otro han acompañado en esta apasionante aventura cultural y musical a Argentina. Surcando los cielos desde Jerez a Lisboa y de ahí a Buenos Aires para crear La vida del artista, guajira de paladar que vuela el ancho mar y espanta los males.
De Argentina ya se conocía que era puro talento, que tenía en su cante la fuerza de un Huracán 5, pero en La vida del artista se descubre que interioriza de tal forma los estilos y las letras que mientras el arte lo canta el alma lo baila. Y esto solo tiene dos caminos, el primero el conocimiento de los cantes, su madurez y, el segundo la cultura musical tanto de la artista como de todos los que la rodean en este impresionante trabajo. Un llanto, una risa, intimista, sorprendente, triste, alegre, diverso, jondo y desgarrador. Dieciocho movimientos en un tablero de ajedrez muy flamenco, que diríase fuera de enea pero que se presenta elegante como un alfil en ese fado titulado Estranha forma de vida, como Rey del tablero en el Elogio a Morente, corte flamenco y puro teatro que con la voz de Juan Diego y Argentina representa una bellísima estela en el cielo. Un disco que cobra altura con Afiche, ese tango argentino que es un desnudo de vidriera que moja en el aire su pincel y hace con él la primavera. Maravillosa partida creativa de esfuerzo y voz interior en la que el peón, que es temporero, hace sus Viejos oficios por cantes de trilla, los del pueblo llano que en La vega larga canta por fandangos, ese que para ganarse el jornal Madruga y trasnocha por tarantos en la voz de la cantaora onubense.
Esencialmente por y para el arte esta partida de ida y vuelta, esta partitura; Dejando huella en una nana por soleá por la sencilla razón de que es lo que hacen siempre los artistas. Para llorar de Farruca, para vivir de luz en esa alegría que clama un Viva la tierra, los ríos, las marismas, la sierra y el mar. Solo una dama como ella podía jugar con un cante tan duro como la Siguiriya vintage, como un caballo que salta de movimiento en movimiento, de recuerdo en recuerdo por bulerías para El Maestro Carretero y Ana, su abuela. Porque este trabajo es puro Romance de flores y blancaflor, en la corte del flamenco puro romance de caballería para Carmen de Alejandría. Que se eleva hacia el cielo, hacia el Sol y la Luna por Mariana bajo el Silencio del relente, como una torre tan noble como los Tangos del Almendro, en las cuatro esquinas del tablero una mañana de invierno.
Un trabajo enmarcado por Francisco Javier Rodríguez, literatura, teatro, pintura, diversidad musical, desde la clásica, al fado, al tango hasta la raíz popular. Con Luis Miguel Baeza moviendo las simbólicas piezas, José Quevedo ‘Bolita’, flamenco de cuna y muleta baja, Joan Albert Amargós, compositor transversal cuya segunda piel es flamenca, esa que portan a diario Torombo, Los Mellis, José Carrasco, Paquito González, Anabel Rivera, Toñi Nogaredo… Pues este disco es para escuchar y leer con detenimiento a artistas como Julio Resende, José Carra, Maqui Fernández, Benjamín Prado, Alberto Manzano, Manuel Moya…
Todos en una misma partida de ajedrez, en el arte de la vida en la que el jaque mate te lo da La Reina del Ajedrez: Argentina, hermosa como Huelva que suena diferente, como una partitura, como un ay clásico que viaja en un Polo de Manuel de Falla, desde nuestra Andalucía hacia el resto del mundo.