Georges Méliès, todo en la vida es cine y los sueños cine son
Foto: http://photoplay1920.weebly.com

El pasado 25 de abril se inauguró en Cádiz la exposición “Empieza el espectáculo. Georges Méliès y el cine de 1900”. En la exposición audiovisual que será posible visitarla de forma gratuita en la Plaza de La Catedral hasta el próximo 7 de junio de 2017, se puede contemplar y valorar el calado histórico de un personaje posiblemente eclipsado por los hermanos Luis y Augusto Lumière y al que quizás no se le ha otorgado la grandeza y el reconocimiento que merecía.

Los Lumière crearon la máquina, George Méliès el cine

Hermanos Lumiere / Foto: https://socialesoakhouse.wordpress.com
Hermanos Lumiere / Foto: https://socialesoakhouse.wordpress.com

De hecho se puede considerar que los Lumière crearon la máquina, mientras que Méliès creó el cine. El 22 de marzo de 1895, los hermanos Lumière presentaron en el Salón Indio del Grand Café del Boulevard des Capuchines de París aquel invento mágico capaz de filmar y proyectar imágenes en movimiento: el cinematógrafo. La primera producción de la historia del cine fue un documental de 46 segundos rodado en Lyon titulado “La salida de la fábrica”. En cambio puede asegurarse que fue con la figura de Marie Georges Jean Méliès con la que comenzó verdaderamente la historia del cine. En aquellos finales del siglo XIX y comienzos del XX la concepción de las proyecciones cinematográficas se fundamentaban por un carácter meramente documental y aún lejano al espectáculo. Debido a este francés nacido el 8 de diciembre de 1861 en el boulevard Saint-Martin de París, gracias a este dibujante y mago, de cuyas creaciones e ilusionismo comenzaron a brotar historias, pudo acuñarse el concepto y la utilización del cinematógrafo como vehículo del Séptimo Arte.

Apasionado de la magia

Foto: http://www.nochedecine.com
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Para llegar hasta ese punto hubo de desarrollarse la personalidad de un hombre que sintió desde una edad muy temprana una enorme atracción por el dibujo y la poesía, algo que no encajaba demasiado en el concepto vital y empresarial de su progenitor, nada cercano a las musas y absolutamente entregado a la producción. Con objeto de que su hijo cambiara de rumbo y abriera su abanico de conocimientos, le envió a Londres para que aprendiera inglés, pero en cambio el efecto surtido sería absolutamente el contrario al esperado, pues su estancia en Londres marcaría para siempre su camino vital. Muy especialmente por su admiración y la amistad entablada con el célebre ilusionista Maskelyne, que hizo expandió las fronteras de sus sueños durante sus representaciones en el Egyptian Hall, en las que se enamoró de la magia.

A su regreso a París y en vista de que George no encauzaba su vida por el camino esperado, fue destinado a trabajar en una fábrica de reparación de calzado, pero su naturaleza creativa le hizo centrarse más en la reparación de máquinas y el desarrollo de sus habilidades mecánicas en lugar del negocio empresarial. Todo con la idea de luego ponerlas en práctica en la que era su verdadera pasión, la magia. Ilusión por la que llegó a frecuentar locales con nombres falsos para pulir, aprender y mejorar en el arte del ilusionismo y la fantasía visual. Así fue hasta que con la retirada de su padre de la profesión decidió vender sus acciones a sus dos hermanos para dedicarse por entero a su pasión: el ilusionismo.

Con Robert Houdin como referente

Con parte de la herencia paterna y la dote de su esposa, Eugénie Génin compró en 1888 el teatro Robert Houdin, personaje por el que sentía verdadera veneración y al que tuvo la oportunidad de conocer. En aquel teatro con el nombre de su gran referente se desbordó por completo su imaginación, Méliès se convirtió en un reputado prestidigitador que hacía soñar a todos con sus trucos de magia, sus proyecciones de sombras chinescas y con la linterna mágica, pero para George aquello no era suficiente y no se detuvo hasta que encontró la piedra filosofal, la máquina en la que podía volcar todos sus sueños.

Una máquina de crear sueños

Foto: pladelafont.blogspot.com.e
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Sin duda a través de los ojos, el mundo creativo y fantástico de Méliès el invento de los Lumière además de su carácter documental cobró el sentido artístico del cine. De hecho resulta tremendamente curioso que los Lumière otorgaban valor científico a su invento, pero no auguraban un futuro comercial al mismo. Es más rechazaron la oferta que le hizo Georges Méliès por la compra del citado invento por el citado motivo. Georges Méliès entendió a la primera que el cinematógrafo era una máquina de crear sueños y como no consiguió que le vendieran uno de aquellos aparatos se las arregló para hacerse con un artilugio muy similar. Luego solo tuvo que introducir toda su magia y creatividad dentro, para que de la cabeza de Méliès surgieran animales fantásticos, decorados lunáticos, efectos especiales, trucos con la cámara…

Mago de los efectos especiales

Foto: http://www.rtve.es
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En los albores de la cinematografía logró transformar la realidad con sus desarrollos técnicos y narrativos, siendo pionero en numerosos campos, como el de los efectos especiales, la exposición y disolución de las imágenes, la fotografía en lapso de tiempo y, la coloración de los fotogramas a mano. Siendo el truco del stop trick uno de los más valorados de su producción cinematográfica, un truco consistente en filmar un objeto y mientras está la cámara apagada cambiarlo de lugar, para que luego en el siguiente fotograma cuando se vuelva a rodar de la sensación de que el mismo ha desaparecido. Un truco al parecer descubierto por Méliès accidentalmente, cuando rodando la circulación de París se le atascó la cámara y luego volvió a rodar. George quedó estupefacto con la posterior proyección al comprobar cómo un autobús se había 'convertido' en un coche fúnebre.

Montreuil-sous-Bois, primer estudio cinematográfico

Foto: http://www.parmadaily.it
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En 1897 consciente del mundo que se abría ante sí fundó el primer estudio cinematográfico en la campiña de Montreuil-sous-Bois. En aquella campiña los sueños de Méliès tomaron vida en forma de 500 películas de ficción rodadas entre 1896 y 1912, que en muchos de los casos estuvieron decoradas de mano de los dibujos de aquel genio creativo. Incorporó el guión, los actores, la iluminación, los decorados, su pasión como mago le llevó a imaginar efectos que encandilaron al público. Durante casi veinte años realizó películas pensando en la gente que las iba a ver.

Voyages dans la Lune

Inventó el género fantástico y se podrían citar numerosas creaciones del primer genio del cine, pero fundamentalmente una de ellas: Voyages dans la Lune (Viaje a la Luna), considerado como el primer largometraje de la historia. El 1 de septiembre de 1902 fue estrenada una de las películas más importantes de la historia del cine. Un largometraje que curiosamente los feriantes no querían comprar porque la consideraban demasiado larga (duraba quince minutos), pero que tras su proyección cosechó un éxito espectacular. De hecho años más tarde y como cita George Sadoul, el propio Méliès lo recordó así: “Nunca he sabido cómo pueden correr las noticias a tal velocidad en el mundo de los feriantes. Lo que está claro, es que, al día siguiente, todos los feriantes de Francia estaban al corriente del éxito de Voyage dan la Lune, y que llovían encargos de todas partes”

Aquella filmación supuso su consagración absoluta como director, pero fundamentalmente representó el triunfo del cine narrativo, de las películas que cuentan historias. Copiada hasta la saciedad obtuvo un éxito rotundo tanto en Francia como en EEUU, siendo la primera semilla de una actividad artística de posibilidades creativas infinitas. Hoy día, más de cien años después el cine constituye una inmensa industria del entretenimiento y una de las mayores expresiones creativas del ser humano. Mucho más avanzada tecnológicamente, pero como entonces igualmente definible con tan solo cuatro palabras: espectáculo, magia, sueños y emociones.

Un artista devorado por la industria

Foto: http://www.elespectadorimaginario.com
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Paradójicamente el considerado verdadero padre del cine tampoco pudo salvar el paso del tiempo y el desarrollo de la producción, sufriendo el declive de un artista que no sabía trabajar a contrarreloj. Como bien había comprobado su padre, Méliès no tenía alma de empresario y nunca pudo sacar la rentabilidad que habría merecido su genialidad, su alma de artista. A partir de 1905 el cine comenzó a ser un negocio muy rentable y la competencia comenzó a ser tan feroz como cambiante, dependiendo de los gustos del público urbano y burgués, más parecido al teatro.

Sus producciones eran costosas y se dilataban en demasía en el tiempo; George no pudo competir con Charles Pathé y con León Gaumont, que pasaron a controlar gran parte de la distribución y los noticiarios. Los metros de bobina primaban ante la calidad, y Méliès no era un hombre preparado para el trabajo en cadena; mucho menos para enfrentarse al primer caso de piratería de la historia del cine. No en vano su famoso largometraje Viaje a la Luna fue vilmente copiada y exhibida por Edison sin pagarle derechos de autor, aduciendo este que todas las películas rodadas en cintas de 35 mm perforadas le pertenecían al poseer este la patente sobre las mismas.

El mago del cine olvidado en una tienda de juguetes en la Estación de Montparnasse

Foto: http://cubanosdeambasorillas.blogspot.com.es
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Para poder subsistir se vio obligado a trabajar para Pathé y Edison firmando la sentencia del olvido y el declive de un genio que sentó las bases del cine, siendo devorado por una ambiciosa industria que sumado al estallido de la Primera Guerra Mundial acabaron condenándolo al fracaso y lo llevaron a destruir los negativos de todas sus películas. Casado en segundas nupcias con Jeanne D’Alcy, su musa, actriz a la que hacía desaparecer en ‘Escamoteo de una dama’ acabó en el olvido en un quiosco de juguetes en la Estación de Montparnasse. Lugar en el que añoes después León Druhot, editor de la revista Ciné Journal, quedó estupefacto al comprobar cómo del más grande del género cinematográfico, quedaban solo las cenizas del olvido. Motivo por el cual, unido al de su descubrimiento de la doble exposición logró sacarle de las catacumbas, siendo al menos condecorado con la Legión de Honor y acogido en el Castillo de Orly hasta el final de sus días, lugar en el que murió de cáncer en 1938.

Foto: http://cinematosiscronica.blogspot.com.es
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En el cementerio Père Lachaise una vieja lápida de letras centenarias hace recordar al desmemoriado con la siguiente frase: Georges Méliès: creador del espectáculo cinematográfico. Como dice la canción, George supo transmitir que todo en la vida es cine y los sueños cine son…

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