Una película de nombres muy personales sobre la reformulación de tópicos muy manidos. Esa sería la síntesis de las claves de Es Por Tu Bien (Carlos Therón, 2017), la nueva comedia española (se espera) de éxito. Bajo esa apariencia de típica comedia facilona sin demasiadas pretensiones se pueden encontrar varios toques y actores (no solo interpretativos) que aportan todo lo que tienen para contar esta historia que sin salirse de lo convencional acaba atrayendo.
Carlos Therón lo ha vuelto a hacer. Tras sorprender muy gratamente con una profunda y más que efectiva secuela de Fuga de cerebros (Fernando González Molina, 2009) y la magnífica realización de Impávido (2012), el director salmantino vuelve a reversionar la comedia más clásica y desternillante. Al igual que hiciera en sus anteriores películas, parte de un material muy básico pero suficiente para generar un entretenido producto audiovisual y lo lleva a la gran pantalla con ritmo, atención al detalle y a crear el tono de cada escena, desde los más pequeños detalles (la música que describe cada personaje y situación) hasta ciertas licencias con guiños (gran detalle ese calco en iluminación y personajes de la escena de apertura de El Padrino) y algunos recursos técnicos muy bien empleados (fantástico el travelling compensado de Roberto Álamo en la exposición). Al igual que quien no disfrutara con la historia de Cincuenta Sombras de Grey (Sam Taylor-Johnson, 2015) tenía que atribuirle a su directora el mérito de trabajar la realización moderna y atrayente del film, en este caso el espectador que no tenga la risa muy accesible tendrá suficiente material para no caer en la monotonía del desarrollo.
Obviamente, la película se sustenta sobre su trío protagonista. José Coronado sigue demostrando que puede dominar el género que sea en el rol que le pongan; aquí, siempre llamativo pero nunca estridente, su personaje se erige como claro protagonista del film y es el que más evoluciona e interesa en la historia. Javier Cámara, por el contrario, parece repetir el rol cómico-tontorrón que tanto le funciona pero que ya no sorprende. Al igual que con Roberto Álamo, hasta el final sí es cierto que su personaje tampoco sufre muchas transformaciones, aunque en este caso tampoco hace mucha falta ya que el último ganador del Goya a Mejor Actor se convierte en el robaescenas más absoluto. Su personaje es el más desternillante y efectista del film, tanto por cómo está escrito (con sus intervenciones siempre brutales en los momentos concretos, sin exagerar) como por la estupendísima interpretación del actor madrileño. Los 3 juntos desprenden química desde el minuto 0, y cada uno está tan extremamente definido y polarizado que al ponerlo juntos el resultado es un choque de puntos de vista tratando de ponerse en común en un desternillante tira y afloja.
Sin embargo, los personajes femeninos quedan anclados e incluso a veces demasiado estereotipados en el rol secundario más absoluto que se pueda imaginar. Los personajes de mujeres e hijas no sufren ninguna evolución o avance significativo, siempre responden la misma manera y siempre desde la misma situación. En el caso de las mujeres, ninguna dice más que las frases típicas del registro estereotipado que están representando (y muy bien). Por su parte, las hijas ya sí que resultan demasiado utilitarias en pos del guión, casi sin personalidad propia y ningún aspecto de cambio más allá de la plena influencia en sus vidas de los novios. Respecto a los actores de los novios, Miki Esparbé rehace su papel de El Rey Tuerto (Marc Crehuete, 2016) de una manera más relajada y Luis Mottola pasó por el rodaje para ejecutar algunas escenas de la manera más natural posible sin grandes complicaciones ni destaque más allá de su secuencia final.
Si hay un gran nombre en este caso es el de Mediaset, que servirá tanto para los nombres como para la configuración del contenido. Así, igual que Carlos Therón ya dominaba el carácter destacado de las series españolas con su filmografía anterior, ese carácter seriéfilo de Mediaset también es palpable en el film (generar una nueva gran comedia actual, como los Ocho Apellidos Vascos). De hecho, podría venir a ser como lo que fue Perdiendo el norte fue para Atresmedia Cine: una comedia típica de problemas cotidianos que pasan a todo el mundo, muy pegada en la actualidad y personajes muy importantes. Más aún, la propia campaña de publicidad ha visto su dominio en plataformas y perfiles en redes sociales la mejor manera de acceder al carácter más personal del film.
En el terreno del guión, este nombre también tiene influencias, ya que esas comedias corales como La Que se Avecina han impregnado la base del film: muchos personajes bastante extremos en un ambiente
cotidiano con situaciones de a pie pero siempre a la última en aparatos electróncios. Sin embargo, al final todo estaba en manos de Manuel Burque y Josep Gatell, los dos responsables del libreto (de los cuales el primero se ha incluido como personaje). La labor principal ha sido la de reformular tópicos muy manidos, que siguen dejando restos de lecturas no muy agradables, pero lo cierto es que casi ningún gag al final resulta repetitivo e inconexo, las buenas fraseas hechas a conciencia para reírse no aparecen momentos gratuitos de “ríase a hora”.
Puede que este apartado del género cómico esté demasiado explotado, pero como toda buena adaptación, Es Por Tu Bien adopta esas claves y ofrece una visión más personal (que no contraria a mainstream), para entretener y disfrutar, y ofrecer suficientes motivos para que ello esté justificado.