Crítica de "Cincuenta Sombras Más Oscuras"
Crítica de "Cincuenta Sombras Más Oscuras". Foto: Racconknows

A pesar del rechazo de la crítica, sus acusaciones de machismo e idealismo, los descalificativos a los libros de E.L. James…, Universal Pictures tenía 571 millones de dólares razones para continuar con la adaptación de este fenómeno literario. Tras una primera parte de descubrimiento y pérdida de la inocencia, esta vez la historia presenta a dos personajes confrontados por el amor y sus luces y sombras, en una constante guerra de sexos y personalidades por tratar de lograr una convivencia feliz. Entre ellos, mujeres peligrosas del pasado, hombres dañinos del presente y las características prácticas sexuales. Estos son los ingredientes de Cincuenta Sombras Más Oscuras (James Foley, 2017), y este es el sabor de la mezcla final.

Christian Grey y Anastasia Steele en busca de estilo y pasión. Foto: Sensacine
Christian Grey y Anastasia Steele en busca de estilo y pasión. Foto: Sensacine

A pesar de tener unas piezas tan suculentas y peculiares como las anteriormente mencionadas, la manera de unirlas ha resultado ser un pastiche sin cohesión. La estructura del film está hecha a trompicones, sobre la base clara y dominante de un tira y afloja entre los dos protagonistas. Ese es el eje del film y la trama principal: ya que ha pasado algo de tiempo, Anastasia trata de entender a Christian, y el señor Grey se esfuerza por pasar de las sombras a la luz. El resto de aspectos atrayentes (la exsumisa celosa, la esperada aparición de la dominatrix) quedan reducidos a meras subtramas que aparecen de vez en cuando y, tan bruscamente como aparecieron y se desarrollaron se van (es un pecado imperdonable el desperdiciar una actriz tan talentosa como Bella Heatcote en un personaje tan interesante). Aún siendo lo que más jugo ofrecía, al final parecen incluso molestar más, distraer la atención sobre una base que tampoco es tan interesante como para enganchar al espectador durante casi dos horas, en las que además habrá que lidiar con frases y situaciones descaradamente machistas y en algunos momentos hasta vergonzosas.

De hecho, ni siquiera las escenas de sexo logran dar consistencia a la película. Hay menos escenas de sexo, hasta el punto de que seguramente muchos films tengan más y más explícitos minutos eróticos. Y cuando hay sexo, las escenas se cortan a medias, sin culminar lo que sea que quisieran crear, pareciendo (igual que las subtramas) que son minutos impostados a la fuerza que han decidido mezclarse y cortarse al azar para recortar minutaje. La primera película se recreaba en estas escenas para avanzar la trama, para confrontar los sentimientos de los personajes y trasladar ese valor de culto que tienen las prácticas sexuales para Grey. Esta vez no hay nada de eso: no hay magia, no hay detalles. De hecho, todo es más cómico, lo cual se agradece en determinados momentos, pero al final le quitan el poco encanto que podía lograr la película. Sin

Los juegos con objetos son lo único que funciona en el sexo. Foto: Blog de Cine
Los juegos con objetos son lo único que funciona en el sexo. Foto: Blog de Cine

duda es deliberado ese cambio de tono, pero si en la anterior entrega supieron darle ese toque intrigante y sensual, no es una decisión acertada tirarlo todo por la borda. Lo único a destacar en este aspecto es el juego con los objetos sexuales, que Anastasia y espectador van descubriendo a la vez y que le dan cierto interés a la trama, por la novedad y la complicidad y formalidad con la que se tratan; no son meros juguetes de relleno, sino algo natural de un personaje. 

Gran parte de estos cambios (no muy favorables) se deben al cambio en la silla de dirección y guión. Sam Taylor-Johnson abandonó el barco por diferencias creativas durante la producción de Cincuenta Sombras de Grey (2015), al igual que la escritora Kelly Marcel, llegando a rumorearse una posible lucha de egos con la autora del libro E.L. James, quién desde la producción colocó a su marido como único guionista de la secuela. El guión ya se ha visto que no es nada para celebrar, y la dirección tampoco le supera mucho. El televisivo James Foley firmó para rodar de una las dos restantes entregas, y es posible que tanta carga de trabajo y vigilancia de la autora original hayan hecho mella en su libertad creativa. La primera parte envolvía un contenido machista y no muy brillante en una forma muy sensual, personal, al detalle, sugiriendo visualmente, con ciertas licencias estéticas (ese plano de despedida en el ascensor usado como motivo al principio y al final, los planos detalle de Anastasia para sugerir esa sensualidad que en el libro se narra en primera persona…). Sin embargo, en Cincuenta Sombras Más Oscuras, la dirección es más estándar, clásica, sin ningún detalle o expresividad relevante. Alguna vez se puede ver algún intento de embellecer la imagen o de ir más allá de los diálogos, pero al final todo vuelve al cauce de la normalidad. Estándar, correcto, invisible, lo cual no quiere decir necesariamente malo, pero en un film de este tipo sí que habría que haber compensado por este frente lo que por otros se encarece aún más (el machismo, los diálogos ridículos…).

Otra pérdida en comparación es el personaje de Dakota Johnson. Aún cuando la actriz está más que suelta y cómoda con su personaje, el registro en el que se mueve no le ofrece momentos de lucidez y relevancia especial. Su personaje es muy plano, sin una evolución clara y lógica y con picos repentinos tan incomprensibles como la

Un Grey diferente y en evolución. Foto: HeyUGuys
Un Grey diferente y en evolución. Foto: HeyUGuys

estructura del film. Por su parte, el personaje de Christian Grey esta vez sí es el protagonista. Él es el principal sujeto de la acción, el que lucha, evoluciona, y el principal motivo para ver la película. Jamie Dornan está ahora más fusionado también con su personaje y da la talla en cada escena, tanto en las que vuelve el dominador que todos conocemos como en esos pequeños momentos en los que progresivamente van saliendo a la luz todas sus sombras.

El envoltorio que sí se mantiene es la banda sonora, tan pop y actual como en la anterior entrega. A pesar de que no interese lo que están contando, la música siempre ayuda, y desde luego han sabido seleccionar cada canción con la letra idónea para cada momento (el tema “The Scientist” para recordar la dificultad trágica en la relación). Así que, quién vaya buscando un algo diferente y estilístico particular, sin duda se llevará una tremenda decepción al chocar con este producto más estándar, pero por lo menos podrá disfrutar de una evolución muy reseñable en un personaje tan aparentemente fuerte, y siempre con buenas canciones de fondo que en una sala de cine se escuchan como nunca. Esperemos que por lo menos eso se mantenga de cara al estreno de Cincuenta Sombras Liberadas para febrero del año que viene.

Uno de los temas tan atrayentes de la banda sonora. Foto: Fotogramas
Uno de los temas tan atrayentes de la banda sonora. Foto: Fotogramas
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